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ÍCONOS POP

"ICONOSRogelio Fernandez falsificó una momia azteca y durante 20 años miles de visitantes pararon en sus dependencias para admirarla. Ahora su nieta cobra 10 euros por visitar el cuerpo incorrupto de su abuelo.
El Maestro Dorban fue durante años el mago más conocido de la televisión peruana. Su último truco fue hacer desaparecer un maletín con 2 millones de dólares. Desapareció el maletín y a él no se le volvió a ver el pelo.
Victor Lustig vendió la Torre Eiffel haciéndose pasar por el Director general de Ministerio de Comunicación y Teléfrafos. El industrial engañado no lo denunció por vergüenza y Lustig repitió la operación.
Jessie Gomez ganó la maratón de Boston. 72 horas después se descubrió que había hecho parte del trayecto en metro.
Elmyr de Hory. Sus falsificaciones de Modigliani llegaron a cotizarse más caras que los cuadros auténticos del pintor.
Arthur Furguson vendió la Casa Blanca, El Big Ben, el Palacio de Buckingham y la Estatua de la Libertad... "

Info&Foto extraídas desde sonar 2005, citado en designerslife

Comentarios

Anónimo dijo…
También hay gente que vende un alma con atributos inexistentes, y lo hace tan pero tan bien, que durante años se puede llegar a convivir con ellos y hasta jurarles amor eterno, previo juramento recíproco, pero ellos juran con los dedos cruzados en la espalda.
Muy buen blog, lo encontre buscando creo, ese poema en la secreta casa de la noche ¿de quién es ?

Saludos

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"Como todos los lectores saben, El nuevo coloso es una novela histórica, un libro meticulosamente documentado situado en América entre 1876 y 1890 y basado en hechos reales. La mayoría de los personajes son seres que vivieron realmente en esa época, e incluso cuando los personajes son imaginarios, no son tanto inventos como préstamos, figuras robadas de las páginas de otras novelas. Por lo demás, todos los hechos son verdaderos -verdaderos en el sentido de que siguen el hilo de la historia- y en aquellos lugares en los que eso no queda claro, no hay ninguna manipulación de las leyes de la probabilidad. Todo parece verosímil, real, incluso banal por lo preciso de su descripción, y sin embargo Sachs sorprende al lector continuamente, mezclando tantos géneros y estilos para contar su historia que el libro empieza a parecer una máquina de juego, un fabuloso artefacto con luces parpadeantes y noventa y ocho efectos sonoros diferentes. De capítulo en capítulo, va saltando de la narració

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