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"Me urge saber en estas elecciones que es lo que piensa cada candidato con respecto al lujo. Necesito saber si los próximos años los vamos a pasar trabajando como esclavos o habrá más tiempo para el ocio. Desgraciadamente en esta país la palabra está más vinculada a la pompa y al boato, al consumo de marcas, autos, ropas y joyas, que a la calidad de vida.
No creo que vivir lujosamente sea poder comprar todo lo que a uno se le antoje. Estoy seguro que el lujo está lejos de una 4x4, un barrio como La Dehesa o un Rolex. Más bien es todo lo contrario, se trata de vivir con menos cosas que reclamen nuestra atención y nos quiten tiempo para extasiar los sentidos. Un buen pan con palta, una fruta fresca, un buen olor o simplemente contemplar por horas el mar tiene más que ver con el lujo que una lámpara o una silla hecha por tal o cual diseñador.
Es un lujo dejar un trabajo que nos desagrada, no perder el tiempo en una cola, extender la hora de almuerzo, tener hijos cuando se quiera, vivir en medio del campo sin rejas ni alarmas en vez de hacerlo en condominios con guardias y club house. El lujo tiene que ver más con la naturaleza que con el asfalto, más con la oscuridad de un sitio donde se vean las estrellas que con la incandescente iluminación artificial que nos protege de la delincuencia. El lujo esta completamente desmaterializado y esta enlazado con la descomplicación, la sencillez y abominar las ostentaciones. La humilde casa de adobe o madera del campesino frente a las arquitecturas grandilocuentes, lo artesanal e irregular frente a lo perfecto, las texturas y colores de lo natural frente al brillo insoportable de las cosas artificiales, lo despojado frente al amaneramiento.
El refinamiento supremo consiste ahora en disfrutar de una siesta entre sábanas de puro algodón o sobre la hamaca tendido a pleno sol. El lujo es darse un baño de tina que dure horas y contemplar la espuma del jabón en el cuerpo, de cocinar un buen plato de porotos y acompañarlo de un vino botillero. El lujo está en tomarse un buen café, en andar a pata pelada y posar los pies descalzos sobre el pasto o la tierra, en absorber el aroma nocturno del jazmín, en escuchar un buen disco, o el agua corriendo en alguna acequia.
Dejó de ser un pecado no tener celular, no conocer al personaje de moda, no tener el auto del año, no tomar el vino más caro, ni vivir en el lugar más taquilla. El lujo tiene que ver más con desaparecer, con perder el tiempo, con no estar. Me gustaría saber cuál es el mayor lujo de los candidatos, quién prefiere el bienestar por sobre el crecimiento, a cuál le interesa de verdad no hacernos esclavos del progreso y sí amantes del lujo."
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