Ir al contenido principal

17 mil años de prisión


"Un Castigo Bíblico
Por Luis Bruschtein para
Página12

Los 17 mil años de prisión que pidió la fiscal española para Ricardo Cavallo impactan en Argentina como el rayo de un castigo bíblico. Tienen una carga mítica, atemporal, o legendaria además de la judicial. Aunque las mismas leyes españolas especifican que nunca cumplirá más de 30 de esos 17 mil años, la desmesura del delito que castigan está más en consonancia con esa inconmensurable prisión milenaria que con la más terrena y humana de los 30 años.

Nadie podría vivir tanto tiempo para cumplir esa pena, pero los 17 mil años contienen más la dimensión del dolor y el espanto infligido, que los treinta años terrenos y racionales. Está bien que pidan y condenen a 17 mil años y está bien que cumpla 30. Como si la Justicia asumiera otra dimensión, aventurándose en el universo volcánico y desconcertante de los sentimientos sin perder su otra condición de balanza ciega, fría y cerebral.

Seguramente los penalistas y constitucionalistas españoles tienen una explicación fría y cerebral para esa pila de años. Ellos dicen que se suman las penas de cada uno de los delitos, tomados por separado y agravados por las condiciones en que fueron cometidos. Pero una explicación para 17 mil años es absurda. Es absurda la explicación, pero no la condena. Porque la única explicación aproximada es que esa sería la condena que pediría la madre para el asesino de su hijo, lo que no es materia de racionalidad ni de métrica decimal.

Por lo que sea, los dos brazos de la imagen judicial que llega de España -el pedido de la fiscal y su consecuencia legal más acotada- transmiten una sensación de justicia que envuelve las emociones y al mismo tiempo las supera. Como si entendiera el dolor y supiera que no hay condena mensurable que pueda repararlo y que al mismo tiempo ése no es el sentido de la pena que cumplirá efectivamente el asesino.

Lo milenario tiene una carga simbólica imposible de medir o pesar. Es un relato que trasciende el tiempo de sus protagonistas. Ni treinta, ni cincuenta años ni toda una vida -diría Dante Alighieri- "pagan" el genocidio, los secuestros, los asesinatos y las torturas. Pero 17 mil años, el misterio de una eternidad recordando cada día, cada minuto y cada segundo, simbolizan más la dimensión insondable donde la humanidad trata de redimirse de esos pecados."

Comentarios

Anónimo dijo…
mi taita bradel gualeta estuvo cinco año en la cana, de logi, porque estaa en lugar gueón en el minuto gueón, pero 17 año no será musho, mejor le pegan el tunazo no mah, pero 17 año, es tirrible de tonto. gualetita me contó que aentro es charcha, meta palo, vio gueás que no se pueen contar, calor y frio estremo y puro enajenao culiao con cara de brígido y sicoseao, pero 17 mil año, a la justicia se le metió la espada por el culo
hola,
esta claro que no hay cifra capaz de compensar el dolor de las victimas, pero es bueno que se use esta forma "milenaria" de decirle al asesino: mira, arderás en el infierno!

al menos, sirve para expresar claramente que el condenado se merece de sobra ir a la carcel.

saludos y espero uqe todo marche bien por esas tierras electorales.

m.
cienfuegos dijo…
cogollo: tirriule e bacán tu comentario, pongale dos, pongale wendy y siga así

marcelo: no te pude responder el mail la otra vez, disculpa; ya las cosas más calmadas por acá: la elección ha sido interesante por la novedad de las incertidumbres; al final, todos los actores, como en las buenas películas y en las tragedias griegas han terminado siendo iguales a sí mismos; piñerín demasiado confiados en sus capacidades (que ciertamente son muchas) y bachelet mala para los debates pero con gran capacidad para armar muchos equipos y escucharlos, abrazos
Carlos dijo…
Tremendo, metileno. Se le agradece una vez más su ojo para encontrar estas noticias y, sobre todo, vislumbrar su poético poder.

Gracias por su visita y comm respectivo en mi blog.

(te cuento: Mi Muertes y Maravillas es robado; tuve la suerte de homenajear al propio Tellier contándole esa historia)
17 mil años, ni así se pagan algunos dolores. Pero como dices tú, lo impresionante es la carga simbólica que tiene. Y si fueran penas efectivas, uf.
Buen escrito, como siempre.

Saludos, poeta.
R.

Entradas más populares de este blog

El Nuevo Coloso, de Benjamin Sachs

"Como todos los lectores saben, El nuevo coloso es una novela histórica, un libro meticulosamente documentado situado en América entre 1876 y 1890 y basado en hechos reales. La mayoría de los personajes son seres que vivieron realmente en esa época, e incluso cuando los personajes son imaginarios, no son tanto inventos como préstamos, figuras robadas de las páginas de otras novelas. Por lo demás, todos los hechos son verdaderos -verdaderos en el sentido de que siguen el hilo de la historia- y en aquellos lugares en los que eso no queda claro, no hay ninguna manipulación de las leyes de la probabilidad. Todo parece verosímil, real, incluso banal por lo preciso de su descripción, y sin embargo Sachs sorprende al lector continuamente, mezclando tantos géneros y estilos para contar su historia que el libro empieza a parecer una máquina de juego, un fabuloso artefacto con luces parpadeantes y noventa y ocho efectos sonoros diferentes. De capítulo en capítulo, va saltando de la narració

Tony Montana

  "¿Qué miran? Son todos unos imbéciles. ¿Saben por qué? No tienen los huevos para ser lo que quieren ser. Necesitan gente como yo. Necesitan gente como yo para poder señalarla con sus putos dedos y decir 'ese es el malo'. ¿Y eso qué los hace? ¿Buenos? Ustedes no son buenos. Sólo saben cómo esconderse, cómo mentir. Yo no tengo ese problema. Yo siempre digo la verdad... incluso cuando miento." Tony Montana,  Scarface  (1983)

Una oración muy muy larga o Aquí no hay punto aparte?

La columna es del NYT: "“No book worth its salt is meant to put you to sleep,” says the garrulous shoemaker who narrates the Czech novelist Bohumil Hrabal’s “Dancing Lessons for the Advanced in Age” (1964), “it’s meant to make you jump out of bed in your underwear and run and beat the author’s brains out.” Thirty-three pages into what appears to be an unbroken highway of text, the reader might well wonder if that’s a mission statement or an invitation. “Dancing Lessons” unfurls as a single, sometimes maddening sentence that ends after 117 pages without a period, giving the impression that the opinionated, randy old cobbler will go on jawing ad infinitum. But the gambit works. His exuberant ramblings gain a propulsion that would be lost if the comma splices were curbed, the phrases divided into sentences. And there’s something about that slab of wordage that carries the eye forward, promising an intensity simply unattainable by your regularly punctuated novel. Hrabal wasn’t th