Alvaro Díaz escribe lúcidamente sobre la hoy inexistente crítica política a Marco. Esa ausencia, me parece, es otra forma de condescendencia con él, de no tomarlo ens erio. Justamente porque hay que tomarlo en serio y no ningunearlo es que hay que preguntarse seriamente por cuáles serían sus méritos para estar peleando la presidencia, pelea que le queda holgada.
"Entre quienes no creemos en las condiciones de Marco Enríquez para ser Presidente de la República existe una evidente frustración respecto al guante blanco con que ha sido tratado durante su campaña presidencial. Nadie lo molesta, nadie se da un tiempo para revisar su programa de gobierno, nadie se pregunta porque alguien que se presenta al mundo como cineasta sólo tiene un estreno comercial que no supera los diez mil asistentes y que no es precisamente un trabajo de autor. La respuesta es simple: una cosa es no adherir a Marco y la otra es odiarlo. Marco es inconsecuente, elemental y ególatra -un libro como “Animales políticos” sólo puede ser escrito por alguien así- pero también es encantador, simpático y ocurrente. Angel Carcavilla, uno de sus más ácidos críticos, confiesa que le encantaría ser amigo de Marco porque le cae bien. Quizás ese es el único problema: Marco está bien para tener un programa radial de telefonazos pero no para ponerse la banda en el pecho. Detrás suyo hay diputados con colita, actores algo marchitos, dueños de restoranes, pilotos de helicóptero y modelos con contenido que permanentemente necesitan paliar su aburrimiento adhiriendo a causas que reaviven su izquierdismo, pero no aparecen por ningún lado los creadores, los trabajadores serios y dedicados. La seriedad es un atributo para gobernar y un obstáculo para la fiesta, y gobernar ojalá que no se parezca a una fiesta. Si el cambio que se requiere en nuestro sistema político está relacionado con profesionalizar la función pública, darle valía a los méritos y hacer más competitivo el mercado del poder, Marco representa lo contrario, pues sus principales atributos son la labia y los apellidos. Marco es ideal para salir a comer, ser el panelista ocurrente en programas de televisión y encontrárselo en las vacaciones, lo que está perfecto. Quizás ahí reside su principal defecto: pensar que eso es no es suficiente para ser feliz.
Ayer, en LUN, apareció el dibujante Rodrigo Salinas presentando su comic Meoprén, que está bastante gracioso y que no es nada de amable con Enríquez. Según Salinas, esto es algo que le salió de la guata: “Antes de ser un candidato era un patán”, sentencia. Pero no es el único. El Mostrador anda buscando testimonios que cuenten cómo era trabajar en Rivas & Rivas, productora del candidato a la que le decían “el reality” porque todas las semanas echaban a alguien.
La pista se viene espesa de verdad. Si Marco creía que se las iba a llevar peladas estaba equivocado. La política es dura y está lejos de ser una lotería, como la vida."
The Clinic
"Entre quienes no creemos en las condiciones de Marco Enríquez para ser Presidente de la República existe una evidente frustración respecto al guante blanco con que ha sido tratado durante su campaña presidencial. Nadie lo molesta, nadie se da un tiempo para revisar su programa de gobierno, nadie se pregunta porque alguien que se presenta al mundo como cineasta sólo tiene un estreno comercial que no supera los diez mil asistentes y que no es precisamente un trabajo de autor. La respuesta es simple: una cosa es no adherir a Marco y la otra es odiarlo. Marco es inconsecuente, elemental y ególatra -un libro como “Animales políticos” sólo puede ser escrito por alguien así- pero también es encantador, simpático y ocurrente. Angel Carcavilla, uno de sus más ácidos críticos, confiesa que le encantaría ser amigo de Marco porque le cae bien. Quizás ese es el único problema: Marco está bien para tener un programa radial de telefonazos pero no para ponerse la banda en el pecho. Detrás suyo hay diputados con colita, actores algo marchitos, dueños de restoranes, pilotos de helicóptero y modelos con contenido que permanentemente necesitan paliar su aburrimiento adhiriendo a causas que reaviven su izquierdismo, pero no aparecen por ningún lado los creadores, los trabajadores serios y dedicados. La seriedad es un atributo para gobernar y un obstáculo para la fiesta, y gobernar ojalá que no se parezca a una fiesta. Si el cambio que se requiere en nuestro sistema político está relacionado con profesionalizar la función pública, darle valía a los méritos y hacer más competitivo el mercado del poder, Marco representa lo contrario, pues sus principales atributos son la labia y los apellidos. Marco es ideal para salir a comer, ser el panelista ocurrente en programas de televisión y encontrárselo en las vacaciones, lo que está perfecto. Quizás ahí reside su principal defecto: pensar que eso es no es suficiente para ser feliz.
Ayer, en LUN, apareció el dibujante Rodrigo Salinas presentando su comic Meoprén, que está bastante gracioso y que no es nada de amable con Enríquez. Según Salinas, esto es algo que le salió de la guata: “Antes de ser un candidato era un patán”, sentencia. Pero no es el único. El Mostrador anda buscando testimonios que cuenten cómo era trabajar en Rivas & Rivas, productora del candidato a la que le decían “el reality” porque todas las semanas echaban a alguien.
La pista se viene espesa de verdad. Si Marco creía que se las iba a llevar peladas estaba equivocado. La política es dura y está lejos de ser una lotería, como la vida."
The Clinic
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