Martes 22 de Diciembre de 2009
Señor Director:
Apareció un reportaje en la conocida revista “Newsweek” que contaba la historia de Kirk Maxey, un donante de semen “muy cotizado”, rubio y alto, que entre los años 1980 y 1994 donó semen dos veces por semana a la Clínica de Michigan. Se calcula que debe tener en torno a cuatrocientos hijos. Dos de esas hijas lo buscaron y finalmente lo encontraron, tras lo cual Maxey se ha convertido en un activista en contra de esta práctica.
La misma revista informa de un artículo del “Journal of the American Medical Association” en el que se advierte que en San Francisco un donante de 23 años puede haber transmitido una enfermedad cardiaca genética a nueve de sus 24 hijos, incluyendo a uno que falleció a los 2 años.
Lo que hasta hace muy poco tiempo parecía ciencia ficción ya es una realidad. Y no sólo en Estados Unidos. A juzgar por los hechos recientemente conocidos, la legislación chilena no pone trabas a la importación del semen seleccionado de los catálogos de bancos de espermios extranjeros, ni a la fertilización in vitro (FIV) de las mujeres que lo hayan pagado. Recientemente se han conocido casos que muestran que en nuestro país esta práctica también se está realizando.
La Iglesia Católica no puede más que lamentar estos hechos que atentan gravemente contra la dignidad de seres humanos inocentes, supeditados al mero deseo de otros, por legítimo que éste sea. Además, esta práctica conlleva la pérdida de vidas humanas y la conculcación del derecho básico que tiene toda persona de nacer en el contexto del matrimonio y con una filiación cierta. Estos hechos no hacen sino que confirmar la enseñanza de la Iglesia en cuanto que el matrimonio es el lugar adecuado para que se conciba una nueva vida, sea llevada en el seno materno y sea amada y educada con independencia de la calidad de sus genes. Las personas valen por lo que son.
Sería muy interesante conocer qué piensan los candidatos a la presidencia de estos hechos, y cuál es su grado de compromiso respecto de la promoción de la familia fundada en el matrimonio. Sería muy interesante conocer qué piensan sobre los hechos expuestos, y si van a permitir que en Chile se realicen estas prácticas que constituyen una afrenta a la dignidad del ser humano.
Mons. Fernando Chomali G.
Obispo Auxiliar de Santiago
Señor Director:
Apareció un reportaje en la conocida revista “Newsweek” que contaba la historia de Kirk Maxey, un donante de semen “muy cotizado”, rubio y alto, que entre los años 1980 y 1994 donó semen dos veces por semana a la Clínica de Michigan. Se calcula que debe tener en torno a cuatrocientos hijos. Dos de esas hijas lo buscaron y finalmente lo encontraron, tras lo cual Maxey se ha convertido en un activista en contra de esta práctica.
La misma revista informa de un artículo del “Journal of the American Medical Association” en el que se advierte que en San Francisco un donante de 23 años puede haber transmitido una enfermedad cardiaca genética a nueve de sus 24 hijos, incluyendo a uno que falleció a los 2 años.
Lo que hasta hace muy poco tiempo parecía ciencia ficción ya es una realidad. Y no sólo en Estados Unidos. A juzgar por los hechos recientemente conocidos, la legislación chilena no pone trabas a la importación del semen seleccionado de los catálogos de bancos de espermios extranjeros, ni a la fertilización in vitro (FIV) de las mujeres que lo hayan pagado. Recientemente se han conocido casos que muestran que en nuestro país esta práctica también se está realizando.
La Iglesia Católica no puede más que lamentar estos hechos que atentan gravemente contra la dignidad de seres humanos inocentes, supeditados al mero deseo de otros, por legítimo que éste sea. Además, esta práctica conlleva la pérdida de vidas humanas y la conculcación del derecho básico que tiene toda persona de nacer en el contexto del matrimonio y con una filiación cierta. Estos hechos no hacen sino que confirmar la enseñanza de la Iglesia en cuanto que el matrimonio es el lugar adecuado para que se conciba una nueva vida, sea llevada en el seno materno y sea amada y educada con independencia de la calidad de sus genes. Las personas valen por lo que son.
Sería muy interesante conocer qué piensan los candidatos a la presidencia de estos hechos, y cuál es su grado de compromiso respecto de la promoción de la familia fundada en el matrimonio. Sería muy interesante conocer qué piensan sobre los hechos expuestos, y si van a permitir que en Chile se realicen estas prácticas que constituyen una afrenta a la dignidad del ser humano.
Mons. Fernando Chomali G.
Obispo Auxiliar de Santiago
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