Ir al contenido principal

La ciudad y el mal



"El mal, en otras palabras, nos acompaña como si fuera una sombra, y eso es lo que explica que en las más viejas imágenes de la ciudad, ésta aparezca amurallada, en un signo físico que aspira a dejar la barbarie - el nombre que abrevia todas las maldades humanas- lejos de nosotros, contenida por esos muros provistos de vigías que alertan del mal que se cierne sobre ella y la preparan para defenderse.Esas murallas solían ser físicas, claro está; pero en condiciones modernas adoptan la forma más bien inmaterial de costumbres, maneras y reglas coactivas con las que unos y otros contenemos el mal que nos acecha.Los seres humanos alguna vez soñaron que las luces de la razón - que se expandían mediante la escuela y mediante la prensa- podían aventar todas las maldades, hasta dejarlas como meras excrecencias, anacronismos de un tiempo de barbarie que se resiste a morir. Pero las cosas no fueron, desgraciadamente, tan sencillas. Hemos descubierto, de pronto, que el mal hasta cierto punto nos constituye y habita con nosotros y que el deportista, el policía, el clérigo y el maestro de escuela pueden transformarse, repentinamente, en simples salvajes que, incapaces de resistir sus deseos, pasan a llevarlo todo, amparándose en el prestigio de su función, en las redes sociales de las que participan o en el poder del dinero. Se trata de un fenómeno que no es difícil explicar en una sociedad que nos aligera de todas las pertenencias y nos regala múltiples artilugios para movernos en las sombras - desde la soledad hasta internet- y nos permite así llevar dobles o triples vidas que, según la ocasión, se enmascaran unas a otras para que quien se mimetice en ellas pueda cometer sus fechorías."


Carlos Peña, La Ciudad y el mal, El Mercurio, 20 de octubre del 2003

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El Nuevo Coloso, de Benjamin Sachs

"Como todos los lectores saben, El nuevo coloso es una novela histórica, un libro meticulosamente documentado situado en América entre 1876 y 1890 y basado en hechos reales. La mayoría de los personajes son seres que vivieron realmente en esa época, e incluso cuando los personajes son imaginarios, no son tanto inventos como préstamos, figuras robadas de las páginas de otras novelas. Por lo demás, todos los hechos son verdaderos -verdaderos en el sentido de que siguen el hilo de la historia- y en aquellos lugares en los que eso no queda claro, no hay ninguna manipulación de las leyes de la probabilidad. Todo parece verosímil, real, incluso banal por lo preciso de su descripción, y sin embargo Sachs sorprende al lector continuamente, mezclando tantos géneros y estilos para contar su historia que el libro empieza a parecer una máquina de juego, un fabuloso artefacto con luces parpadeantes y noventa y ocho efectos sonoros diferentes. De capítulo en capítulo, va saltando de la narració...

Una oración muy muy larga o Aquí no hay punto aparte?

La columna es del NYT: "“No book worth its salt is meant to put you to sleep,” says the garrulous shoemaker who narrates the Czech novelist Bohumil Hrabal’s “Dancing Lessons for the Advanced in Age” (1964), “it’s meant to make you jump out of bed in your underwear and run and beat the author’s brains out.” Thirty-three pages into what appears to be an unbroken highway of text, the reader might well wonder if that’s a mission statement or an invitation. “Dancing Lessons” unfurls as a single, sometimes maddening sentence that ends after 117 pages without a period, giving the impression that the opinionated, randy old cobbler will go on jawing ad infinitum. But the gambit works. His exuberant ramblings gain a propulsion that would be lost if the comma splices were curbed, the phrases divided into sentences. And there’s something about that slab of wordage that carries the eye forward, promising an intensity simply unattainable by your regularly punctuated novel. Hrabal wasn’t th...

El Gran Santiago