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perlas 3 de la tarde

no hay que darles perlas a los cerdos
hay que dárselas a las cerdas
y luego revolcarse en el barro gozoso
de estos días con calles olor a orina y pavimento roto,
maleza en las veredas y carros con vendedores de verduras que no fían.
"no sabía que las perras podían ser tan filosóficas", dijo él,
y entonces ella se dió vuelta y encendió uno de sus gitanes y entró
a la fuente de soda a seguir sirviendo mesas y fregando las perlas
de las tres de la tarde.

cienfuegos (1999) Nuevas Traducciones, ediciones perro sucio mirandose la cola

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