"TU: Sabia perfectamente a quien deseaba seducir cuando me compré
la polera lila con bordes negros, me miré en el probador, pensando que era otro el que me observaba. Por eso me demoré en elegir entre los jeans raspados o los pantalones a la cadera. Si, me diría, este me gusta. ¿Y si era la camisa verde oscura con los pantalones con basta..?
Y así quedé vestido.. no como me ven, estos son residuos son fragmentos de vestimentas destinados a diferentes amores.
Ella hubiera sonreído con mi sweater de alpaca. El pasado su mano sobre los cuadrilles naranjas.
Así me vestía con la ropa del otro..Cuando tal vez era el otro que deseaba vestirse como yo..Nunca lo dije, ni lo comenté.
Me encantaría hablar después de muerto..
Alrededor hubo crímenes, no los de los diarios, no los de arma blanca. Yo se que me entienden ..
A cuantos suicidé con armas que no están penadas por ninguna ley.
Enfermera, enfermera..tome un bic, que tengo algo que contarle. Falso no alcanzaría, además pensaría que es parte de un delirio. Ella solo tocaría el timbre.
Nunca sabré, si cuando los acariciaba era eso el placer, era eso el amor..
Mal no estoy, ni deprimido, ni bajoneado, ni nada con lo existencial evidente...
Ahora estoy de paso...voy pasando..estoy de turista en esta ciudad. La visito, me entretengo..soy un turista en mi vida..."
Más Griffero de alto voltaje por acá
"Como todos los lectores saben, El nuevo coloso es una novela histórica, un libro meticulosamente documentado situado en América entre 1876 y 1890 y basado en hechos reales. La mayoría de los personajes son seres que vivieron realmente en esa época, e incluso cuando los personajes son imaginarios, no son tanto inventos como préstamos, figuras robadas de las páginas de otras novelas. Por lo demás, todos los hechos son verdaderos -verdaderos en el sentido de que siguen el hilo de la historia- y en aquellos lugares en los que eso no queda claro, no hay ninguna manipulación de las leyes de la probabilidad. Todo parece verosímil, real, incluso banal por lo preciso de su descripción, y sin embargo Sachs sorprende al lector continuamente, mezclando tantos géneros y estilos para contar su historia que el libro empieza a parecer una máquina de juego, un fabuloso artefacto con luces parpadeantes y noventa y ocho efectos sonoros diferentes. De capítulo en capítulo, va saltando de la narració...
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