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de qué hablamos cuando hablamos de calidad?

David Gallagher en el Mercurio de hoy pone de relieve algunos temas distantes de la buena onda progre sobre educación y la revolución de los pingüinos:

"Es cierto que los escolares dicen que quieren mejor educación. Si es así, no han estado en la calle sólo para festejar. Al contrario, quieren aprender más, prepararse mejor para el futuro. Pero, entonces, ¿por qué no explican con más claridad qué es lo que encuentran mal en la educación? ¿Por qué se limitan a demandas monetarias y hablan de calidad sólo en forma genérica? ¿Qué opinan de los profesores, por ejemplo? ¿Son inteligentes y dedicados? ¿Y el currículo? ¿Algo le sobra o falta? ¿Cómo les enseñan? ¿Les enseñan sólo a memorizar información, o también a pensar y analizar? Los profesores, ¿son autoritarios o les gusta que los alumnos tengan sus propias ideas? Los mismos escolares, ¿tienen una buena cultura de aprendizaje? ¿Son atentos y concentrados en clase? En el colegio, ¿son castigados si se distraen, si no cumplen con sus deberes?

En estas preguntas están los elementos claves de una buena educación. Ésta, simplemente, no se da si no hay buenos profesores, eficientes métodos de enseñanza, un buen currículo y una buena cultura de aprendizaje, con disciplina. Lamentablemente, entre los fotogénicos escolares que han puesto al Gobierno en jaque y que nos tienen a todos obnubilados, y entre los profesores que los apoyan, no se nota mucha preocupación por estos temas. No hay un aporte creativo a lo que significa una buena educación o a cómo lograrla. Tampoco lo hay en la clase política. Ésta se contenta con repetir una y otra vez que la educación en Chile es mala. Es que no quiere pagar los costos de una educación buena. Por ejemplo, los de desmantelar una burocracia inoperante en el ministerio y los de renovar un profesorado anciano y apernado.

En Chile, la educación es gestionada e impartida por gente mal pagada, con privilegios de inamovilidad. Es una receta para la mediocridad."

Fuente: El Mercurio

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