El caso de las farmacias que timaron a medio mundo -se pusieron de acuerdo para hacer subir los precios como la espuma y expoliar así a miles de enfermos- es de estricto autointerés. Fue en interés propio que las farmacias se coludieron y es en interés propio (para evitar las penas del infierno) que una de ellas (Farmacias Ahumada) se denunció a sí misma y a las otras. No es que los controladores de Farmacias Ahumada (sus dueños o sus directores) sean más virtuosos que los otros: simplemente son más sagaces y más rápidos. El mismo apetito que los llevó a timar a los consumidores los llevó a confesar más tarde su pecado. Descontado eso, ¿qué otras dimensiones posee este asunto? La más obvia es la política. Ocurre que Piñera resultó ser accionista minoritario de Farmacias Ahumada (¿habrá algo en lo que Piñera no tenga intereses?). Él es uno de aquellos en cuyo beneficio los administradores de la cadena farmacéutica hicieron la trampa. A primera vista se trata de algo que lo desprestigia:...