Ir al contenido principal

poesía enviada por mail

Un amigo envío material cargado con poética cuántica que va en su próxima publicación:

nerve



III
Más que lo alusivo a las bacanales, donde nuestras caras se
reflejaban tras el vaso y jugando al amparo de meridiano vértigo, fuimos atrapados en el hálito del otro simulando estar despiertos. Desde allí, hicimos un pacto con la cabeza inclinada a los pies del ácido y la espiga, tu, sobre un becerro de oro devolviste el mérito al dolor impunemente, yo, el juicio y la
enmienda, quise revelar el sexo del inquisidor durmiendo junto a él, vestido de estiércol.

Como contarte que los años han pasado en vano, que donde tus alegrías se esconden no cabe más que un grito o las notas de
Mahler envejeciendo entre las columnas y las sillas huecas, en ese entonces, el único espectador era yo y tú te ibas convirtiendo en mi mirada.

Desconozco lo que sucede en el espacio de cada dedo que
compone tu mano, acaso... ¿Nunca te has mirado las manos hasta el atardecer?

Deberíamos ser tan distintos, como el mismo pecado que
transgredimos desde la indiferencia de frágiles dioses, para ahuyentar tus infiernos y así brindarte horizontes generosos. Desde ti, desconozco a los que entierran sus deseos ocultos en el escondite imaginario. Debo, por sobre todas las cosas, atardecer hasta tu boca invadida por la muerte y explicarme que
sucede, incluso en la atmósfera donde soñó tu cuerpo cuando tomaste tan extraña decisión.

¿Fueron los credos de occidente, que arrancaron tus
sueños desde una tumba imaginaria, o la dictadura interminable de ese joven que negó sus brazos convertidos en espejo?

¿Debo emancipar tu nombre y susurrar?

¿y la belleza, Santiago?

¿Y la belleza? 


Marcelo del Campo


Comentarios

Entradas más populares de este blog

El Nuevo Coloso, de Benjamin Sachs

"Como todos los lectores saben, El nuevo coloso es una novela histórica, un libro meticulosamente documentado situado en América entre 1876 y 1890 y basado en hechos reales. La mayoría de los personajes son seres que vivieron realmente en esa época, e incluso cuando los personajes son imaginarios, no son tanto inventos como préstamos, figuras robadas de las páginas de otras novelas. Por lo demás, todos los hechos son verdaderos -verdaderos en el sentido de que siguen el hilo de la historia- y en aquellos lugares en los que eso no queda claro, no hay ninguna manipulación de las leyes de la probabilidad. Todo parece verosímil, real, incluso banal por lo preciso de su descripción, y sin embargo Sachs sorprende al lector continuamente, mezclando tantos géneros y estilos para contar su historia que el libro empieza a parecer una máquina de juego, un fabuloso artefacto con luces parpadeantes y noventa y ocho efectos sonoros diferentes. De capítulo en capítulo, va saltando de la narració

Tony Montana

  "¿Qué miran? Son todos unos imbéciles. ¿Saben por qué? No tienen los huevos para ser lo que quieren ser. Necesitan gente como yo. Necesitan gente como yo para poder señalarla con sus putos dedos y decir 'ese es el malo'. ¿Y eso qué los hace? ¿Buenos? Ustedes no son buenos. Sólo saben cómo esconderse, cómo mentir. Yo no tengo ese problema. Yo siempre digo la verdad... incluso cuando miento." Tony Montana,  Scarface  (1983)

Una oración muy muy larga o Aquí no hay punto aparte?

La columna es del NYT: "“No book worth its salt is meant to put you to sleep,” says the garrulous shoemaker who narrates the Czech novelist Bohumil Hrabal’s “Dancing Lessons for the Advanced in Age” (1964), “it’s meant to make you jump out of bed in your underwear and run and beat the author’s brains out.” Thirty-three pages into what appears to be an unbroken highway of text, the reader might well wonder if that’s a mission statement or an invitation. “Dancing Lessons” unfurls as a single, sometimes maddening sentence that ends after 117 pages without a period, giving the impression that the opinionated, randy old cobbler will go on jawing ad infinitum. But the gambit works. His exuberant ramblings gain a propulsion that would be lost if the comma splices were curbed, the phrases divided into sentences. And there’s something about that slab of wordage that carries the eye forward, promising an intensity simply unattainable by your regularly punctuated novel. Hrabal wasn’t th