Ir al contenido principal

I believe in Morgana

morgana


Paulina Urrutia dice en la portada de Artes y Letras que "aquí hay una persona [Morgana Rodríguez] que fue despedida por razones administrativas. No es una decisión de la ministra, sino que del directorio completo. Y no tiene nada que ver con la exposición de Nicanor Parra ni sus contenidos".

Dice Morgana:

"Le mostré la obra a la ministra el miércoles dos de agosto, ahí se la mostré impresa, porque ya habíamos estado discutiendo la idea de la obra. Un mes antes Nicanor la había presentado y ella me dijo que había que sugerirle que no la hiciese porque "iba a complicar a mucha gente".
Según cuenta Rodríguez, ella le comentó esto al antipoeta quien lo pensó por unos días. Pero después me dijo que no le parecía y eso es lo que yo le digo a la ministra, que a Parra no le parece y que a mí tampoco me parece y que este tema había que estudiarlo. Yo no podía estar pauteando al artista y diciéndole lo que puede o no hacer y lo que puede o no decirle a la prensa. Entonces le digo que hay que tratarlo en el directorio, pero ella me responde que esto "es muy delicado y hay gente del directorio que no lo puede saber".


Yo le creo a Morgana.

Comentarios

SERGINHO® dijo…
si.. ubico a Morgana.. se de su impecabilidad...

yo estoy con Morgana...

Se me fue por el bote de la basura Urrutia... que lastima..
cienfuegos dijo…
totalmente de acuerdo, y eso que yo no conozco a morgana
Sergio Coddou dijo…
hola cienfuegos, yo sí conozco a morgana, y por supuesto que le creo a ella. paulina urrutia está puro pintando el mono. acuérdense de mí, esta no será la última cagada de la ministra...

Entradas más populares de este blog

El Nuevo Coloso, de Benjamin Sachs

"Como todos los lectores saben, El nuevo coloso es una novela histórica, un libro meticulosamente documentado situado en América entre 1876 y 1890 y basado en hechos reales. La mayoría de los personajes son seres que vivieron realmente en esa época, e incluso cuando los personajes son imaginarios, no son tanto inventos como préstamos, figuras robadas de las páginas de otras novelas. Por lo demás, todos los hechos son verdaderos -verdaderos en el sentido de que siguen el hilo de la historia- y en aquellos lugares en los que eso no queda claro, no hay ninguna manipulación de las leyes de la probabilidad. Todo parece verosímil, real, incluso banal por lo preciso de su descripción, y sin embargo Sachs sorprende al lector continuamente, mezclando tantos géneros y estilos para contar su historia que el libro empieza a parecer una máquina de juego, un fabuloso artefacto con luces parpadeantes y noventa y ocho efectos sonoros diferentes. De capítulo en capítulo, va saltando de la narració

Tony Montana

  "¿Qué miran? Son todos unos imbéciles. ¿Saben por qué? No tienen los huevos para ser lo que quieren ser. Necesitan gente como yo. Necesitan gente como yo para poder señalarla con sus putos dedos y decir 'ese es el malo'. ¿Y eso qué los hace? ¿Buenos? Ustedes no son buenos. Sólo saben cómo esconderse, cómo mentir. Yo no tengo ese problema. Yo siempre digo la verdad... incluso cuando miento." Tony Montana,  Scarface  (1983)

Una oración muy muy larga o Aquí no hay punto aparte?

La columna es del NYT: "“No book worth its salt is meant to put you to sleep,” says the garrulous shoemaker who narrates the Czech novelist Bohumil Hrabal’s “Dancing Lessons for the Advanced in Age” (1964), “it’s meant to make you jump out of bed in your underwear and run and beat the author’s brains out.” Thirty-three pages into what appears to be an unbroken highway of text, the reader might well wonder if that’s a mission statement or an invitation. “Dancing Lessons” unfurls as a single, sometimes maddening sentence that ends after 117 pages without a period, giving the impression that the opinionated, randy old cobbler will go on jawing ad infinitum. But the gambit works. His exuberant ramblings gain a propulsion that would be lost if the comma splices were curbed, the phrases divided into sentences. And there’s something about that slab of wordage that carries the eye forward, promising an intensity simply unattainable by your regularly punctuated novel. Hrabal wasn’t th