"En el año 2000, los votantes estadounidenses convirtieron la elección presidencial más en un concurso de popularidad de secundaria que en un proceso reflexivo e inteligente para elegir al primer mandatario de la nación. En el extremo de la “política de la personalidad”, millones de electores prefirieron a George W. Bush antes que a Al Gore porque el republicano les resultaba más simpático, les “caía mejor”. De poco importó que, como ahora queda claro, Gore era el candidato más competente. Bush era dicharachero y chistoso – “one of us” – y, al final, eso importó más que minucias como la lucidez y la preparación.
Ahora, un sector del electorado del país más poderoso del mundo está a punto de escribir un nuevo capítulo de frivolidad e ignorancia. En su búsqueda desesperada de alguien que pueda hacerle frente a Hillary Clinton en noviembre del año próximo, el partido republicano ha decidido tomar en serio la candidatura de Fred Thompson, un actor convertido en senador convertido en actor que está a punto de entrar formalmente a la contienda. De hacerlo, Thompson tiene, por buenas y malas razones, altas probabilidades de representar a los republicanos el año que viene.
Thompson ha sido particularmente sagaz para detectar el enorme hueco ideológico que han dejado a la derecha Rudolph Giuliani y John McCain. Ambos son políticos moderados en un partido donde la que manda es la agenda conservadora. No es casualidad que casi dos terceras partes de los electores republicanos se digan insatisfechos con las opciones que, hasta ahora, ofrece la baraja del partido rumbo al 2008: ninguno de los candidatos actuales es lo suficientemente conservador como para complacerlos. Si Thompson consigue satisfacer esa necesidad, seguramente será el candidato republicano en el 2008.
Pero no todo en la historia de Fred Thompson es estrategia política. Desde el 2002, después de cumplir un par de periodos como senador por Tennessee, Thompson ha formado parte de la exitosa serie de televisión Law & Order, donde interpreta al fiscal Arthur Branch, un respetado conservador de Nueva York de voz ronca, considerable don de mando y temple en tiempos de crisis. En la serie, Branch se opone al aborto y se impone con facilidad a los tercos liberales neoyorquinos que pretenden oponérsele. En suma, si existiera en el mundo real, Arthur Branch sería el candidato ideal para el partido republicano. Lo aterrador del caso es que, en algún sentido, Branch está vivito y coleando, y cada día más cerca de la Casa Blanca.
De acuerdo con un perfil de Fred Thompson que publica la revista The New Republic, “en la mente de incontables estadounidenses, Thompson es Arthur Branch”. El reportaje procede a citar al columnista conservador Robert Novak: “Muchos activistas conservadores sofisticados ven a Thompson como el único conservador que puede ganar la nominación. Esa opinión nace no de los ocho años de Thompson en el Senado sino de su papel como fiscal en Law & Order”.
El asombro ante el fenómeno es mayor cuando se analizan las virtudes propias de Thompson y no las de su alter ego televisivo. Famoso por su ética laxa de trabajo, Thompson parece haber tenido más suerte que talento a lo largo de su carrera política, muchas veces valiéndose del carisma y la apostura antes que del estudio y la disciplina para progresar en Washington. En la preparatoria, quería ser jugador de futbol americano o actor. En sus años en el Senado, Thompson se aparecía en su curul sólo cuando se hablaba de asuntos de peso. Los detalles del proceso legislativo le aburrían. “Me da la impresión de que es un hombre que mantiene las cosas en perspectiva”, dice a The New Republic Richard Land, un cabildero conservador de Washington en referencia al estilo “relajado” de Thompson: “Tengo para mí que los ‘trabajólicos’ no funcionan en la Casa Blanca”.
La apuesta de los republicanos con Thompson está clara: conquistar, al mismo tiempo, el voto conservador y el femenino. La pieza del New Republic termina con una cita que, de no ser trágica, sería cómica. Lorrie Morgan, que fuera novia de Thompson, explicó al Sunday Times de Londres las razones por las que su antiguo galán resultará irresistible para las mujeres en Estados Unidos: “(Fred) es majestuoso; un lugar suave y seguro, y eso puede llevarlo al triunfo. Las mujeres amamos un lugar seguro y suave para descansar y un par de manos fuertes que nos abracen”. ¡Cuánta razón tiene! Después de todo, George Bush, ese vaquero tejano de piel rugosa y acento sureño, ha resultado un maestro en el arte de la suavidad y la seguridad.
- León Krauze
Ahora, un sector del electorado del país más poderoso del mundo está a punto de escribir un nuevo capítulo de frivolidad e ignorancia. En su búsqueda desesperada de alguien que pueda hacerle frente a Hillary Clinton en noviembre del año próximo, el partido republicano ha decidido tomar en serio la candidatura de Fred Thompson, un actor convertido en senador convertido en actor que está a punto de entrar formalmente a la contienda. De hacerlo, Thompson tiene, por buenas y malas razones, altas probabilidades de representar a los republicanos el año que viene.
Thompson ha sido particularmente sagaz para detectar el enorme hueco ideológico que han dejado a la derecha Rudolph Giuliani y John McCain. Ambos son políticos moderados en un partido donde la que manda es la agenda conservadora. No es casualidad que casi dos terceras partes de los electores republicanos se digan insatisfechos con las opciones que, hasta ahora, ofrece la baraja del partido rumbo al 2008: ninguno de los candidatos actuales es lo suficientemente conservador como para complacerlos. Si Thompson consigue satisfacer esa necesidad, seguramente será el candidato republicano en el 2008.
Pero no todo en la historia de Fred Thompson es estrategia política. Desde el 2002, después de cumplir un par de periodos como senador por Tennessee, Thompson ha formado parte de la exitosa serie de televisión Law & Order, donde interpreta al fiscal Arthur Branch, un respetado conservador de Nueva York de voz ronca, considerable don de mando y temple en tiempos de crisis. En la serie, Branch se opone al aborto y se impone con facilidad a los tercos liberales neoyorquinos que pretenden oponérsele. En suma, si existiera en el mundo real, Arthur Branch sería el candidato ideal para el partido republicano. Lo aterrador del caso es que, en algún sentido, Branch está vivito y coleando, y cada día más cerca de la Casa Blanca.
De acuerdo con un perfil de Fred Thompson que publica la revista The New Republic, “en la mente de incontables estadounidenses, Thompson es Arthur Branch”. El reportaje procede a citar al columnista conservador Robert Novak: “Muchos activistas conservadores sofisticados ven a Thompson como el único conservador que puede ganar la nominación. Esa opinión nace no de los ocho años de Thompson en el Senado sino de su papel como fiscal en Law & Order”.
El asombro ante el fenómeno es mayor cuando se analizan las virtudes propias de Thompson y no las de su alter ego televisivo. Famoso por su ética laxa de trabajo, Thompson parece haber tenido más suerte que talento a lo largo de su carrera política, muchas veces valiéndose del carisma y la apostura antes que del estudio y la disciplina para progresar en Washington. En la preparatoria, quería ser jugador de futbol americano o actor. En sus años en el Senado, Thompson se aparecía en su curul sólo cuando se hablaba de asuntos de peso. Los detalles del proceso legislativo le aburrían. “Me da la impresión de que es un hombre que mantiene las cosas en perspectiva”, dice a The New Republic Richard Land, un cabildero conservador de Washington en referencia al estilo “relajado” de Thompson: “Tengo para mí que los ‘trabajólicos’ no funcionan en la Casa Blanca”.
La apuesta de los republicanos con Thompson está clara: conquistar, al mismo tiempo, el voto conservador y el femenino. La pieza del New Republic termina con una cita que, de no ser trágica, sería cómica. Lorrie Morgan, que fuera novia de Thompson, explicó al Sunday Times de Londres las razones por las que su antiguo galán resultará irresistible para las mujeres en Estados Unidos: “(Fred) es majestuoso; un lugar suave y seguro, y eso puede llevarlo al triunfo. Las mujeres amamos un lugar seguro y suave para descansar y un par de manos fuertes que nos abracen”. ¡Cuánta razón tiene! Después de todo, George Bush, ese vaquero tejano de piel rugosa y acento sureño, ha resultado un maestro en el arte de la suavidad y la seguridad.
- León Krauze
Comentarios