Todos aquellos que hacen gárgaras chilensis contra la obsesión criolla por la "seguridad ciudadana", que hacen un mohín de asco cuando uno cita algún paper de Paz Ciudadana o similares señales telúricas, harían bien en revisar lo ocurrido esta semana en Cuba, donde el rockero punk, Gorki Aguila (líder del grupo Porno para Ricardo) fue detenido por el delito de "peligrosidad social".
Producto de la presión internacional, que incluyó declaraciones de los buenos chicos pop como Bosé y Alejandro Sanz, y otros como Sabino Méndez y Loquillo.
El juicio que comenzó el viernes, 9 horas despúes de lo previsto, fue a puertas cerradas. El fiscal cambió la formulación de cargos porel delito de peligrosidad social, que conlleva una pena de cárcel de uno a cuatro años en Cuba, por desobediencia.
Quedo multado, en definitiva, a 600 pesos, por el delito de desobediencia.
El líder de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), Elizardo Sánchez, uno de los observadores que presenció el juicio, definió el proceso como “irregular” y “una farsa judicial” porque no tuvo “las debidas garantías procesales”. Sánchez, a quien el padre del músico contactó en busca de ayuda, declaró a periodistas que el denunciante de Gorki fue un oficial de la policía, los testigos otro agente policial y la presidenta de un Comité de Defensa de la Revolución del barrio del músico.
La acusación de “desobediencia”, añadió el disidente Sánchez, se basó en supuestas molestias causadas por los ensayos de la banda.
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