Pato Navia enviò un mail tremendo con su lectura y sentimiento del gran discurso de Obama anoche (anoche, no "mañana" como Chilevisión acaba de desinformar en su noticiario de mediodía, ¡que rasca la cobertura!), que reproduzco para quienes
no están en su lista de correos.
"Rara vez uno tiene la oportunidad de presenciar momentos históricos. La percepción de los 80 mil asistentes al discurso de aceptación de Obama en Denver, de los millones de estadounidenses que siguieron el discurso desde sus casas por televisión y los millones que alrededor del mundo siguieron el evento era que estaban siendo testigos de un momento histórico: el primer negro nominado a la presidencia por uno de los dos grandes partidos estadounidenses.
Pero Obama hábilmente, reconociendo lo histórico de la ocasión y a sabiendas que su discurso bien pudiera convertirse en un referente para muchas generaciones futuras, dio vuelta el tablero. "Esta elección no es sobre mi. Es sobre ustedes." El político negro se convirtio en politico nacional. El hombre cuya historia y cuyo discurso han inspirado a millones nos recordó que detrás está la gente. El hombre cuya historia representa una reafirmación del sueño americano--sueño tan vilipendeado pero tan inspirador, tan estereotipado pero tan exitosamente repetido, tan difícil de lograr pero tan real para millones de personas--nos recordó que la historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Como en una bien ejecutada sinfonía, Obama mezcló dulzura y firmeza, resolución y determinación, compasión y certeros golpes políticos. Al ironizar sobre las acusaciones republicanas respecto a su condición de estrella de la farándula, Obama nos recordó sus orígenes y los orígenes de su familia. Yo, que me dedico a estudiar esto y que he escuchado demasiado discursos en la vida como para no entender su estructura y no saber que son herramientas políticas, fui seducido por esa invitación a soñar un país y un mundo mejor, por ese llamado a asumir la responsabilidad histórica a que nos enfrentamos como país. Yo, que estuve con Hillary en las primarias, nunca me sentí tan parte de esta nación y tan partícipe del sueño americano. Nunca sentí tanta responsabilidad de dar testimonio de la realidad del sueño americano.
Cuando Obama hablaba de su familia, pensé en mi familia. En mis padres, que hace 21 años se sumaron al sueño americano y emigraron con nosotros, sus cuatro hijos, a Chicago desde un Chile que entonces era un país de enemigos con muy pocas oportunidades para aquellos que no estaban bien conectados. Cuando Obama dijo que llegó a Chicago en un auto cargando todas las pertenencias que entonces tenía al graduarse de Harvard, sentí que su sueño era mi sueño. Y que era el sueño americano.
Cuando Obama hablaba, pensé en mi padre y en mi madre que recién llegados a Chicago y sin saber inglés salían a trabajar todas las mañanas con el entusiasmo de saber que se puede empezar una nueva vida y que si se trabaja arduamente, se abrirán las oportunidades. Cuando Obama hablaba de la educación, pensé en mi hermano chico Benjamín, que todas las mañanas iba conmigo a tomar el bus amarillo que nos llevaba al high school y en su cara de sorpresa, susto y risa, cuando nuestros compañeros de bus dejaban en claro las diferencias culturales y sociales. Cuando Obama habló de la familia, pensé en mis cinco sobrinos, nacidos todos en Estados Unidos. Sus historias no son tan distintas a la de Obama. Cualquiera podría llegar a presidente de Estados Unidos. Pero mejor aún, todos podrán gozar del derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
La campaña va a ser dura y difícil. Las dudas, los temores y las descalificaciones abundarán. Pero lo que hizo Obama el jueves por la noche en Denver fue inspirador, constituyó una reafirmación del sueño americano y un compromiso con el mundo y con futuras generaciones de estadounidenses a mantener y fortalecer ese sueño de oportunidades, de igualdad de derechos y de valores democráticos.
Sólo en Estados Unidos un hombre nacido en las condiciones de Obama puede llegar democráticamente a la presidencia. El sueño americano, de inclusión social y oportunidades--debilitado en años recientes, insuficientemente amplio y marcado por la discriminación y el racismo--es una causa a defender y un objetivo por el que vale la pena luchar.
Aquellos que, además se sentirnos profundamente partícipes y beneficiaron de este sueño americano, también somos parte de otros países y otras sociedades, podemos ver en Obama una causa de inspiracion. En Chile nos merecemos líderes como Obama, que entiendan que las elecciones son sobre la gente y no sobre ellos mismos. En Chile nos merecemos un sueño chileno de igualdad de oportunidades, derechos y también responsabilidades individuales y colectivas. Los chilenos merecemos un país de oportunidades donde todos tengan igual acceso a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
El inspirador discurso de Obama confirmó mi profunda y orgullosa pertenencia a esta sociedad americana. Pero también reafirmó mi compromiso con mi otra sociedad, la de Chile, donde el sueño nacional está todavía por construir y donde la igualdad de oportunidades sigue siendo un ideal lejano pero también posible.
En estos últimos años, en Chile hemos avanzado mucho. Somos como el pueblo de Israel que, habiendo cruzado el desierto, está acampando frente a la tierra prometida, donde fluye leche y miel. Muchos han logrado cruzar, algunos temporalmente, y saben que fluye leche y miel. Pero así como Moisés, el líder que sacó al pueblo de Egipto, no fue capaz de cruzar el río Jordán hasta la tierra prometida, nuestros líderes actuales parecen incapaces de entender y asumir el desafío. Necesitamos un sueño de país, un líder que de la señal para marchar, todos juntos, a construir un país de más derechos, más libertad, más oportunidades. Una sociedad donde todos puedan individual y colectivamente buscar la felicidad.
Pato Navia."
Pero Obama hábilmente, reconociendo lo histórico de la ocasión y a sabiendas que su discurso bien pudiera convertirse en un referente para muchas generaciones futuras, dio vuelta el tablero. "Esta elección no es sobre mi. Es sobre ustedes." El político negro se convirtio en politico nacional. El hombre cuya historia y cuyo discurso han inspirado a millones nos recordó que detrás está la gente. El hombre cuya historia representa una reafirmación del sueño americano--sueño tan vilipendeado pero tan inspirador, tan estereotipado pero tan exitosamente repetido, tan difícil de lograr pero tan real para millones de personas--nos recordó que la historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Como en una bien ejecutada sinfonía, Obama mezcló dulzura y firmeza, resolución y determinación, compasión y certeros golpes políticos. Al ironizar sobre las acusaciones republicanas respecto a su condición de estrella de la farándula, Obama nos recordó sus orígenes y los orígenes de su familia. Yo, que me dedico a estudiar esto y que he escuchado demasiado discursos en la vida como para no entender su estructura y no saber que son herramientas políticas, fui seducido por esa invitación a soñar un país y un mundo mejor, por ese llamado a asumir la responsabilidad histórica a que nos enfrentamos como país. Yo, que estuve con Hillary en las primarias, nunca me sentí tan parte de esta nación y tan partícipe del sueño americano. Nunca sentí tanta responsabilidad de dar testimonio de la realidad del sueño americano.
Cuando Obama hablaba de su familia, pensé en mi familia. En mis padres, que hace 21 años se sumaron al sueño americano y emigraron con nosotros, sus cuatro hijos, a Chicago desde un Chile que entonces era un país de enemigos con muy pocas oportunidades para aquellos que no estaban bien conectados. Cuando Obama dijo que llegó a Chicago en un auto cargando todas las pertenencias que entonces tenía al graduarse de Harvard, sentí que su sueño era mi sueño. Y que era el sueño americano.
Cuando Obama hablaba, pensé en mi padre y en mi madre que recién llegados a Chicago y sin saber inglés salían a trabajar todas las mañanas con el entusiasmo de saber que se puede empezar una nueva vida y que si se trabaja arduamente, se abrirán las oportunidades. Cuando Obama hablaba de la educación, pensé en mi hermano chico Benjamín, que todas las mañanas iba conmigo a tomar el bus amarillo que nos llevaba al high school y en su cara de sorpresa, susto y risa, cuando nuestros compañeros de bus dejaban en claro las diferencias culturales y sociales. Cuando Obama habló de la familia, pensé en mis cinco sobrinos, nacidos todos en Estados Unidos. Sus historias no son tan distintas a la de Obama. Cualquiera podría llegar a presidente de Estados Unidos. Pero mejor aún, todos podrán gozar del derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
La campaña va a ser dura y difícil. Las dudas, los temores y las descalificaciones abundarán. Pero lo que hizo Obama el jueves por la noche en Denver fue inspirador, constituyó una reafirmación del sueño americano y un compromiso con el mundo y con futuras generaciones de estadounidenses a mantener y fortalecer ese sueño de oportunidades, de igualdad de derechos y de valores democráticos.
Sólo en Estados Unidos un hombre nacido en las condiciones de Obama puede llegar democráticamente a la presidencia. El sueño americano, de inclusión social y oportunidades--debilitado en años recientes, insuficientemente amplio y marcado por la discriminación y el racismo--es una causa a defender y un objetivo por el que vale la pena luchar.
Aquellos que, además se sentirnos profundamente partícipes y beneficiaron de este sueño americano, también somos parte de otros países y otras sociedades, podemos ver en Obama una causa de inspiracion. En Chile nos merecemos líderes como Obama, que entiendan que las elecciones son sobre la gente y no sobre ellos mismos. En Chile nos merecemos un sueño chileno de igualdad de oportunidades, derechos y también responsabilidades individuales y colectivas. Los chilenos merecemos un país de oportunidades donde todos tengan igual acceso a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
El inspirador discurso de Obama confirmó mi profunda y orgullosa pertenencia a esta sociedad americana. Pero también reafirmó mi compromiso con mi otra sociedad, la de Chile, donde el sueño nacional está todavía por construir y donde la igualdad de oportunidades sigue siendo un ideal lejano pero también posible.
En estos últimos años, en Chile hemos avanzado mucho. Somos como el pueblo de Israel que, habiendo cruzado el desierto, está acampando frente a la tierra prometida, donde fluye leche y miel. Muchos han logrado cruzar, algunos temporalmente, y saben que fluye leche y miel. Pero así como Moisés, el líder que sacó al pueblo de Egipto, no fue capaz de cruzar el río Jordán hasta la tierra prometida, nuestros líderes actuales parecen incapaces de entender y asumir el desafío. Necesitamos un sueño de país, un líder que de la señal para marchar, todos juntos, a construir un país de más derechos, más libertad, más oportunidades. Una sociedad donde todos puedan individual y colectivamente buscar la felicidad.
Pato Navia."
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