Ir al contenido principal

a la luz vuelves: sven nykvist (1922-2006)

sven



Sven Nykvist, considerado por muchos como uno de los mayores directores de fotografía de todos los tiempos, entró en la industria cinematográfica sueca con 19 años. En 1941 trabajó como ayudante de cámara. En 1945, cuando tenía 23 años, ya era un director de fotografía de pleno derecho. Trabajó en un buen número de películas suecas de poco presupuesto durante algunos años, pero sería en 1953 cuando trabajaría con el legendario director Ingmar Bergman en Noche de circo (Gyklarnas afton). Nykvist se convirtió en el colaborador habitual de Bergman y encaminó la obra del director sueco en una nueva dirección, apartándola del aspecto teatral de sus primeras películas.

A lo largo de su carrera, Nykvist ganó el Oscar a la Mejor Fotografía por dos de sus películas: Gritos y susurros (1973) y Fanny y Alexander (1982). Fue también candidato al Oscar por La insoportable levedad del ser (1988), y Oxen, película dirigida por él, optó en 1991 al Oscar a la Mejor Película Extranjera.
Falleció ayer.
En mi canon personal, Crímenes y pecados (la genial disléxica traducción de "crimes and misdemeanors") es la mejor película de todos los tiempos. Roger Ebert, por decir un nombre, la criticó muy bien

sven



Maza, un experto, lo recuerda así en su sitio:
"La luz le hacía companía. Desde hace 10 años que Sven Nykvist sufría de afasia, esa enfermedad que ataca el cerebro y en la que repentinamente el enfermo pierde la capacidad del lenguaje, de comunicarse con palabras. Quién la sufre aún piensa, pero es como si no encontrara nunca las palabras para decir lo que se piensa. Curiosa enfermedad para un maestro de la luz, un tipo fino e intenso. Es curioso, pero ahora que todos recuerdan sus películas con Ingmar Bergman, yo no me saco de la cabeza tres momentos de su fotografía: uno, los rayos que iluminan la cara de Martin Landau en Crímenes y pecados. Otro, las tristes y frías playas de Cannery row. Y otro, muy tonto: las lindas lámparas y los dulces encuadres de Sintonía de amor, perfectos para el tono de la película. Hace unos años vi Light keeps me company , un documental sobre Nykvist, dirigido por su hijo, Carl-Gustav, que precisamente era una carta cariñosa de todos quienes lo conocieron y trabajaron con él: Polanski, Bergman, Woody Allen, Liv Ullmann, Gena Rowlands (¡La otra mujer! ¡Cómo me olvidé de La otra mujer!). Voy a ver si alcanzo a subir una parte de ese documental como parte del saludo y el homenaje que se merece el bueno de Nykvist."


Comentarios

Entradas más populares de este blog

El Nuevo Coloso, de Benjamin Sachs

"Como todos los lectores saben, El nuevo coloso es una novela histórica, un libro meticulosamente documentado situado en América entre 1876 y 1890 y basado en hechos reales. La mayoría de los personajes son seres que vivieron realmente en esa época, e incluso cuando los personajes son imaginarios, no son tanto inventos como préstamos, figuras robadas de las páginas de otras novelas. Por lo demás, todos los hechos son verdaderos -verdaderos en el sentido de que siguen el hilo de la historia- y en aquellos lugares en los que eso no queda claro, no hay ninguna manipulación de las leyes de la probabilidad. Todo parece verosímil, real, incluso banal por lo preciso de su descripción, y sin embargo Sachs sorprende al lector continuamente, mezclando tantos géneros y estilos para contar su historia que el libro empieza a parecer una máquina de juego, un fabuloso artefacto con luces parpadeantes y noventa y ocho efectos sonoros diferentes. De capítulo en capítulo, va saltando de la narració...

Una oración muy muy larga o Aquí no hay punto aparte?

La columna es del NYT: "“No book worth its salt is meant to put you to sleep,” says the garrulous shoemaker who narrates the Czech novelist Bohumil Hrabal’s “Dancing Lessons for the Advanced in Age” (1964), “it’s meant to make you jump out of bed in your underwear and run and beat the author’s brains out.” Thirty-three pages into what appears to be an unbroken highway of text, the reader might well wonder if that’s a mission statement or an invitation. “Dancing Lessons” unfurls as a single, sometimes maddening sentence that ends after 117 pages without a period, giving the impression that the opinionated, randy old cobbler will go on jawing ad infinitum. But the gambit works. His exuberant ramblings gain a propulsion that would be lost if the comma splices were curbed, the phrases divided into sentences. And there’s something about that slab of wordage that carries the eye forward, promising an intensity simply unattainable by your regularly punctuated novel. Hrabal wasn’t th...

El Gran Santiago