Muy buena la columna de hoy de Agustín Squella en El Mercurio, al 100% con sus No me gusta
"No me gustan las cenas de caridad con fotografía en páginas sociales. No me gustan los dueños de bancos y supermercados que mantienen la mitad de las cajas desocupadas y rasgan vestidura por la cesantía, mientras hacen enormes utilidades.
No me gustan los que hablan de "reinventarse" cada vez que la vida los obliga a cambiar de trabajo, y tampoco aquellos que llaman "etapas" a lo que no pasan de ser inevitables altibajos de una vida cualquiera.
No me gustan los que hablan de "soberanía" para que Chile no ratifique la Corte Penal Internacional -somos el único país de A. Latina que no lo ha hecho, junto con Cuba-, y que callan cuando EE.UU. nos amenaza si la ratificamos sin incluir una reserva a favor de sus nacionales. Tampoco me gustan aquellos que sólo a la vista del evidente fracaso político y militar de la invasión a Irak critican ahora lo que por razones morales debieron condenar hace 3 años.
No me gusta que la palabra "gobernabilidad" haya sido abusivamente utilizada para diferir 15 años la supresión de los senadores designados, y que ahora vuelva a em-pleársela para oponerse a la reforma del sistema binominal. Como tampoco me gusta que distritos y circunscripciones hayan sido diseñados antes de 1990, y después del plebiscito de 1988, de modo que pequeñas localidades, en las que ganó el "Sí", elijan hoy el mismo número de diputados y senadores que pobladísimas zonas donde venció el "No".
No me gusta que los dirigentes políticos se hayan apropiado de la palabra "sensibilidad" para esconder lo que al interior de sus partidos no son más que rudos y minúsculos grupos de poder.
No me gusta que nuestros políticos usen las universidades para darse de vez en cuando un baño académico ni que las universidades muestren tanta debilidad por los políticos a la hora de ofrecer tribuna a alguien y aparecer en los medios. Tampoco me gustan los políticos que durante toda su vida no han dado más de dos o tres clases y que cuando pierden una elección, o salen de algún ministerio, anuncian que volverán a la academia.
No me gusta que el Tribunal Constitucional pueda transformarse en el recurso del que se valgan los que en el Congreso no saben ganar las votaciones con argumentos.
No me gustan los ya desatados presidenciables de la Concertación que con total falta de sinceridad afirman que no es el momento de pensar en 2010.
No me gustan los que creen que ser de izquierda es promover las operaciones de ojos en Venezuela, como tampoco los oftalmólogos locales que limitan el acceso de nuevos médicos chilenos a esa especialidad, con el propósito tanto de mantener bajo el número de especialistas como alto el valor de la consulta.
Siendo legítimo tener ambos pies en cualquiera de los dos lados, no me gustan los que tienen uno en la política y otro en los negocios.
No me gustan los que van afirmando por ahí la obviedad de que Castro ha ocupado un lugar destacado en la historia, pero que omiten decir que se trata ya de un dictador con rasgos patéticos y seniles.
No me gustan las agendas cortas para problemas largos, por no decir perennes -como la delincuencia-, y no me gustan quienes se echan al bolsillo principios que, como los de presunción de inocencia, proporcionalidad de las penas e independencia interna del poder judicial, son enseñados a los estudiantes de derecho ya en el primer año de la carrera.
En fin, no me gustan quienes ven una transgresión en la picardía de Parra de colgar a todos los presidentes de Chile, que es lo mismo que no colgar a ninguno. Genuino atrevimiento habría sido colgar sólo a algunos. Y si no sigo es sólo por falta de espacio."
"No me gustan las cenas de caridad con fotografía en páginas sociales. No me gustan los dueños de bancos y supermercados que mantienen la mitad de las cajas desocupadas y rasgan vestidura por la cesantía, mientras hacen enormes utilidades.
No me gustan los que hablan de "reinventarse" cada vez que la vida los obliga a cambiar de trabajo, y tampoco aquellos que llaman "etapas" a lo que no pasan de ser inevitables altibajos de una vida cualquiera.
No me gustan los que hablan de "soberanía" para que Chile no ratifique la Corte Penal Internacional -somos el único país de A. Latina que no lo ha hecho, junto con Cuba-, y que callan cuando EE.UU. nos amenaza si la ratificamos sin incluir una reserva a favor de sus nacionales. Tampoco me gustan aquellos que sólo a la vista del evidente fracaso político y militar de la invasión a Irak critican ahora lo que por razones morales debieron condenar hace 3 años.
No me gusta que la palabra "gobernabilidad" haya sido abusivamente utilizada para diferir 15 años la supresión de los senadores designados, y que ahora vuelva a em-pleársela para oponerse a la reforma del sistema binominal. Como tampoco me gusta que distritos y circunscripciones hayan sido diseñados antes de 1990, y después del plebiscito de 1988, de modo que pequeñas localidades, en las que ganó el "Sí", elijan hoy el mismo número de diputados y senadores que pobladísimas zonas donde venció el "No".
No me gusta que los dirigentes políticos se hayan apropiado de la palabra "sensibilidad" para esconder lo que al interior de sus partidos no son más que rudos y minúsculos grupos de poder.
No me gusta que nuestros políticos usen las universidades para darse de vez en cuando un baño académico ni que las universidades muestren tanta debilidad por los políticos a la hora de ofrecer tribuna a alguien y aparecer en los medios. Tampoco me gustan los políticos que durante toda su vida no han dado más de dos o tres clases y que cuando pierden una elección, o salen de algún ministerio, anuncian que volverán a la academia.
No me gusta que el Tribunal Constitucional pueda transformarse en el recurso del que se valgan los que en el Congreso no saben ganar las votaciones con argumentos.
No me gustan los ya desatados presidenciables de la Concertación que con total falta de sinceridad afirman que no es el momento de pensar en 2010.
No me gustan los que creen que ser de izquierda es promover las operaciones de ojos en Venezuela, como tampoco los oftalmólogos locales que limitan el acceso de nuevos médicos chilenos a esa especialidad, con el propósito tanto de mantener bajo el número de especialistas como alto el valor de la consulta.
Siendo legítimo tener ambos pies en cualquiera de los dos lados, no me gustan los que tienen uno en la política y otro en los negocios.
No me gustan los que van afirmando por ahí la obviedad de que Castro ha ocupado un lugar destacado en la historia, pero que omiten decir que se trata ya de un dictador con rasgos patéticos y seniles.
No me gustan las agendas cortas para problemas largos, por no decir perennes -como la delincuencia-, y no me gustan quienes se echan al bolsillo principios que, como los de presunción de inocencia, proporcionalidad de las penas e independencia interna del poder judicial, son enseñados a los estudiantes de derecho ya en el primer año de la carrera.
En fin, no me gustan quienes ven una transgresión en la picardía de Parra de colgar a todos los presidentes de Chile, que es lo mismo que no colgar a ninguno. Genuino atrevimiento habría sido colgar sólo a algunos. Y si no sigo es sólo por falta de espacio."
Comentarios
ahora creo que puedo hablar de las cosas que me gustan.
Me gusta Paul Auster. me gustan the magnetic fields. me gusta el libro que gonzalo me regalo por mi cumpleaños adelantado. me gusta javiera mena. me gusta civil. me gusta pero me cuesta.
y me gusta la foto en tu about me.
saludos!!