"- Pancho Ortega: Han definido tu estilo como cyberpunk chamanico. Vuélate y hablame del subgénero que te interesa desarrollar
- Baradit: El término es detestable, siempre he querido hablar de Realismo mágico 2.0, pero parece que cyberchamanismo pegó más.
Mi interés es forzar aún los bordes ya desfigurados de la realidad. Cualquiera puede ir al persa Bío Bío (un popular mercado de antiguedades chileno) y ver puestos diminutos, hacinamiento, olor a frituras y vapor de cocimientos entre mesones que venden motherboards, incienso hindú para exorcismos, CPUs despanzurradas, sushi polvoriento, figuras de Buda, pendrives thailandeses con luces incorporadas y atún chino. Falta poco para que vendan frascos de embriones para cosméticos, órganos o niños para todo uso. Hay que forzar un poquito la realidad para ver que si te pueden ver el tarot vía telefónica, en poco tiempo podrán enviar exorcismos comprimidos .zip en emails o transmitir un sahumerio por celular. La realidad latinoamericana en particular es cyberpunk. Sumatoria, estratificaciones, no progreso sino más bien acumulación de los ecos mutantes y reverberaciones llegadas desde el primer mundo sumadas a la furia tectónica que duerme bajo nuestra corteza. Machis (chamanas mapuche) con poleras de AC-DC. Latinoamerica es cyberpunk. Tenemos la última tecnología, pero además tenemos a nuestros pueblos originarios vivos; tenemos democracias, pero también gobiernos mezclados con mafias y narcoterrorismo, estados dentro de estados, enclaves nazis, magia negra, bosques inexplorados, extensiones de tierra inabarcables, comunidades que viven en la edad de piedra, alucinógenos para ver a dios, etc.
Dicen que la CF es siempre una metáfora de la realidad. Yo no pretendo escribir metáforas, soy un escritor realista que muestra una cara monstruosa que parece vivir en una especie de punto ciego de la consciencia.
Me interesa desnudar un hecho: ya no es el hombre usando la tecnología, sino la tecnología usando al hombre. El ser humano como objeto, como pieza de tecnología, inserto, clavado a motherboards y mecanismos, compartiendo sus sistemas digestivos y linfáticos con maquinarias y engendros biomecánicos. El punto donde la magia y la espiritualidad se convierte en electricidad y es conducida, esclavizada y usada para mover engranajes para el "poder". Donde el "poder" es un sistema servoasistido con vida propia que consume Faustos y San Sebastianes todo el día. Donde el primer bebé de cualquier pareja es propiedad del Estado, para ser utilizado como parte de computadores o para incrustarlo a misiles y ser parte de sus sistemas neuronales teleguiados. Un chamanismo demente electrificado, aullando incoherencias desde el ciberespacio.
Es decir, mezcla a Foucalt con Hellraiser, al Marqués de Sade con Elicura Chihuailaf, a William Gibson con Borges, y así tienes el toque.
¿Qué quiero hacer? Quiero intoxicarme con la multidimensionalidad americana. Llorar porque no soy europeo y tampoco soy indígena, sino un fantasma flotando sobre un territorio que desconozco. Envenenarme con enteógenos y Nietzsche. Usar cables USB para alguna práctica sadomasoquista. Quiero escribir el apocalipsis de san Juan americano, una especie de Canto General tóxico enchufado a una net hedionda a ayahuasca, recitarlo cuando comiencen a cortarse las transmisiones desde el primer mundo, subirme a algún cerro a declamarlo cuando se apaguen las luces y empiecen a pasar los créditos finales.
Como ves, puras vaguedades. No tengo discurso, tengo intestinos, que son las raíces de los hombres, raíces que se hunden en la Meli Witran Mapu como firewires en la masa encefálica de alguna víctima de tecnosatanismo en la frontera de Ecuador."
- Baradit: El término es detestable, siempre he querido hablar de Realismo mágico 2.0, pero parece que cyberchamanismo pegó más.
Mi interés es forzar aún los bordes ya desfigurados de la realidad. Cualquiera puede ir al persa Bío Bío (un popular mercado de antiguedades chileno) y ver puestos diminutos, hacinamiento, olor a frituras y vapor de cocimientos entre mesones que venden motherboards, incienso hindú para exorcismos, CPUs despanzurradas, sushi polvoriento, figuras de Buda, pendrives thailandeses con luces incorporadas y atún chino. Falta poco para que vendan frascos de embriones para cosméticos, órganos o niños para todo uso. Hay que forzar un poquito la realidad para ver que si te pueden ver el tarot vía telefónica, en poco tiempo podrán enviar exorcismos comprimidos .zip en emails o transmitir un sahumerio por celular. La realidad latinoamericana en particular es cyberpunk. Sumatoria, estratificaciones, no progreso sino más bien acumulación de los ecos mutantes y reverberaciones llegadas desde el primer mundo sumadas a la furia tectónica que duerme bajo nuestra corteza. Machis (chamanas mapuche) con poleras de AC-DC. Latinoamerica es cyberpunk. Tenemos la última tecnología, pero además tenemos a nuestros pueblos originarios vivos; tenemos democracias, pero también gobiernos mezclados con mafias y narcoterrorismo, estados dentro de estados, enclaves nazis, magia negra, bosques inexplorados, extensiones de tierra inabarcables, comunidades que viven en la edad de piedra, alucinógenos para ver a dios, etc.
Dicen que la CF es siempre una metáfora de la realidad. Yo no pretendo escribir metáforas, soy un escritor realista que muestra una cara monstruosa que parece vivir en una especie de punto ciego de la consciencia.
Me interesa desnudar un hecho: ya no es el hombre usando la tecnología, sino la tecnología usando al hombre. El ser humano como objeto, como pieza de tecnología, inserto, clavado a motherboards y mecanismos, compartiendo sus sistemas digestivos y linfáticos con maquinarias y engendros biomecánicos. El punto donde la magia y la espiritualidad se convierte en electricidad y es conducida, esclavizada y usada para mover engranajes para el "poder". Donde el "poder" es un sistema servoasistido con vida propia que consume Faustos y San Sebastianes todo el día. Donde el primer bebé de cualquier pareja es propiedad del Estado, para ser utilizado como parte de computadores o para incrustarlo a misiles y ser parte de sus sistemas neuronales teleguiados. Un chamanismo demente electrificado, aullando incoherencias desde el ciberespacio.
Es decir, mezcla a Foucalt con Hellraiser, al Marqués de Sade con Elicura Chihuailaf, a William Gibson con Borges, y así tienes el toque.
¿Qué quiero hacer? Quiero intoxicarme con la multidimensionalidad americana. Llorar porque no soy europeo y tampoco soy indígena, sino un fantasma flotando sobre un territorio que desconozco. Envenenarme con enteógenos y Nietzsche. Usar cables USB para alguna práctica sadomasoquista. Quiero escribir el apocalipsis de san Juan americano, una especie de Canto General tóxico enchufado a una net hedionda a ayahuasca, recitarlo cuando comiencen a cortarse las transmisiones desde el primer mundo, subirme a algún cerro a declamarlo cuando se apaguen las luces y empiecen a pasar los créditos finales.
Como ves, puras vaguedades. No tengo discurso, tengo intestinos, que son las raíces de los hombres, raíces que se hunden en la Meli Witran Mapu como firewires en la masa encefálica de alguna víctima de tecnosatanismo en la frontera de Ecuador."
La foto es de Baradit
Comentarios
si hablamos de la transculturizacion que experimenta Chile en este caso su ejemplo del Bio-Bio, me surge una interrogante, ¿los avances experimentados en el ultimo tiempo por internet, solo destruyen lo que puede ser nuestra cultura local? o ¿simplemente es la forma equivoca que le hemos dado?
le habla una inexperta en el tema, con curiosidad.
Diana Rojas