Fresán escribe en Página 12 sobre la interesantísima fotógrafa Diane Arbus
Así habló Diane Arbus:
"Creo realmente que hay cosas que nadie puede ver si yo no las fotografío". O: "En ocasiones puedo ver una fotografía y, al verla, pienso: "Así no es, no está bien". No me refiero a una sensación del tipo "no me gusta". Es un sentimiento del tipo "esto es algo fantástico, pero hay algo que falla". Supongo que se trata de mi propio sentido de cómo deben ser las cosas. Entonces es como si sintiera un muy fuerte No, un terrible No. Es algo muy privado que me permite saber cómo son las cosas realmente".
O: "Los freaks son algo que yo he fotografiado mucho. Fue una de las primeras cosas que fotografié y me produjeron una enorme excitación. Solía adorarlos. Y aún hoy adoro a varios de ellos. No quiero decir con esto que ellos sean mis mejores amigos, pero sí que me produjeron una mezcla de asombro y vergüenza que jamás había sentido hasta entonces. Hay una cierta cualidad legendaria en los freaks. Son como esas personas en un cuento de hadas que te detienen en tu camino y te exigen que les respondas a un acertijo antes de seguir tu marcha. La mayoría de las personas que conozco va por la vida lamentándose de que han tenido alguna experiencia traumática. Los freaks han nacido con ese trauma. Se han enfrentado a una dura prueba ya desde el momento de nacer. Son aristócratas".
O: "Una fotografía es un secreto sobre un secreto. Cuanto más te cuenta, menos sabes". [Esta frase la deberían escribir cien veces en la pizarra subercaseux, castell, valenzuela y tantos otros]
CUATRO "Fotografiado por Diane Arbus, cualquiera es monstruoso", escribió Susan Sontag con cierta irritación. Me parece que a lo que se refería Sontag 'lo que en verdad la molestaba' es más el Mito Arbus que la Obra Arbus. Su trayectoria neogótica, casi de personaje de Poe. La Diane Arbus a la que, dicen, le gustaba conservar la sangre de sus menstruaciones. La idea de una mujer utilizando su cámara como rayo láser penetrando las tinieblas no para hacer la luz sino para hacer la sombra y, desde ellas, hacer que las categorías de lo normal y lo anormal aparecieran movidas y fuera de foco, perfectamente imperfectas y mirando fijo a una lente que, lejos de distorsionar, fijaba para siempre en inapelables y precisos blancos y negros. La leyenda urbana de una mujer hija de una familia acomodada que comienza como fotógrafa publicitaria para Russek's, la tienda por departamentos de su padre en la Quinta Avenida; luego salta a las satinadas sesiones para la revista Harper's Bazaar, más tarde estudia con Berenice Abbott, Marvin Israel, Richard Avedon y su mentora Lisette Model, y descubre que "lo que intento describir es que resulta imposible escaparte de tu piel para entrar en la de otro".
Así, sus fotos de fenómenos de feria y artistas de circo le ganan una beca Guggenheim y una plaza, en 1967, en la prestigiosa muestra colectiva New Documents en el Museum of Modern Art de New York. Cuatro años más tarde, Diane Arbus se abre las venas en su departamento del Greenwich Village y entonces "pocas cosas resultan más atractivas que el suicidio de un genio raro en la cima" su fantasma recorre el mundo. Ampliaciones gigantes de sus aristócratas y secretos en la Biennale de Venecia y una primera retrospectiva en el MOMA en 1972 que se exhibe por todo Estados Unidos y Canadá y que atrae a más de 7 millones de fans y curiosos. En 1973 la descubren los japoneses y los europeos y se edita el célebre libro con las mellizas en la portada que vende más de 100 mil copias en tiempo record. Y resulta imposible calcular cuántas chicas, desde entonces, decidieron comprarse una cámara luego de ver alguna de sus fotos y experimentar no un muy fuerte y terrible negativo No sino un todopoderoso y formidable positivo Sí. Y en unas semanas, el aristocrático e invisible secreto de su existencia volverá a ser invocado "y vuelto a revelar" con el estreno en Cannes de Fur, la biopic de Diane Arbus dirigida por Steven Shaimberg, basada en la modélica biografía de Patricia Bosworth, y con Nicole Kidman en el rol protagónico [y Robert Downey Jr como Lionel]. Ojalá que sea buena. Si no, no importa demasiado. Porque una foto de Diane Arbus, quien aseguraba que "no acomodo a mis modelos a fotografiar, me acomodo a mí para fotografiarlos", siempre dirá más que miles de fotogramas sobre su vida.
El artículo completo en Página 12
Así habló Diane Arbus:
"Creo realmente que hay cosas que nadie puede ver si yo no las fotografío". O: "En ocasiones puedo ver una fotografía y, al verla, pienso: "Así no es, no está bien". No me refiero a una sensación del tipo "no me gusta". Es un sentimiento del tipo "esto es algo fantástico, pero hay algo que falla". Supongo que se trata de mi propio sentido de cómo deben ser las cosas. Entonces es como si sintiera un muy fuerte No, un terrible No. Es algo muy privado que me permite saber cómo son las cosas realmente".
O: "Los freaks son algo que yo he fotografiado mucho. Fue una de las primeras cosas que fotografié y me produjeron una enorme excitación. Solía adorarlos. Y aún hoy adoro a varios de ellos. No quiero decir con esto que ellos sean mis mejores amigos, pero sí que me produjeron una mezcla de asombro y vergüenza que jamás había sentido hasta entonces. Hay una cierta cualidad legendaria en los freaks. Son como esas personas en un cuento de hadas que te detienen en tu camino y te exigen que les respondas a un acertijo antes de seguir tu marcha. La mayoría de las personas que conozco va por la vida lamentándose de que han tenido alguna experiencia traumática. Los freaks han nacido con ese trauma. Se han enfrentado a una dura prueba ya desde el momento de nacer. Son aristócratas".
O: "Una fotografía es un secreto sobre un secreto. Cuanto más te cuenta, menos sabes". [Esta frase la deberían escribir cien veces en la pizarra subercaseux, castell, valenzuela y tantos otros]
CUATRO "Fotografiado por Diane Arbus, cualquiera es monstruoso", escribió Susan Sontag con cierta irritación. Me parece que a lo que se refería Sontag 'lo que en verdad la molestaba' es más el Mito Arbus que la Obra Arbus. Su trayectoria neogótica, casi de personaje de Poe. La Diane Arbus a la que, dicen, le gustaba conservar la sangre de sus menstruaciones. La idea de una mujer utilizando su cámara como rayo láser penetrando las tinieblas no para hacer la luz sino para hacer la sombra y, desde ellas, hacer que las categorías de lo normal y lo anormal aparecieran movidas y fuera de foco, perfectamente imperfectas y mirando fijo a una lente que, lejos de distorsionar, fijaba para siempre en inapelables y precisos blancos y negros. La leyenda urbana de una mujer hija de una familia acomodada que comienza como fotógrafa publicitaria para Russek's, la tienda por departamentos de su padre en la Quinta Avenida; luego salta a las satinadas sesiones para la revista Harper's Bazaar, más tarde estudia con Berenice Abbott, Marvin Israel, Richard Avedon y su mentora Lisette Model, y descubre que "lo que intento describir es que resulta imposible escaparte de tu piel para entrar en la de otro".
Así, sus fotos de fenómenos de feria y artistas de circo le ganan una beca Guggenheim y una plaza, en 1967, en la prestigiosa muestra colectiva New Documents en el Museum of Modern Art de New York. Cuatro años más tarde, Diane Arbus se abre las venas en su departamento del Greenwich Village y entonces "pocas cosas resultan más atractivas que el suicidio de un genio raro en la cima" su fantasma recorre el mundo. Ampliaciones gigantes de sus aristócratas y secretos en la Biennale de Venecia y una primera retrospectiva en el MOMA en 1972 que se exhibe por todo Estados Unidos y Canadá y que atrae a más de 7 millones de fans y curiosos. En 1973 la descubren los japoneses y los europeos y se edita el célebre libro con las mellizas en la portada que vende más de 100 mil copias en tiempo record. Y resulta imposible calcular cuántas chicas, desde entonces, decidieron comprarse una cámara luego de ver alguna de sus fotos y experimentar no un muy fuerte y terrible negativo No sino un todopoderoso y formidable positivo Sí. Y en unas semanas, el aristocrático e invisible secreto de su existencia volverá a ser invocado "y vuelto a revelar" con el estreno en Cannes de Fur, la biopic de Diane Arbus dirigida por Steven Shaimberg, basada en la modélica biografía de Patricia Bosworth, y con Nicole Kidman en el rol protagónico [y Robert Downey Jr como Lionel]. Ojalá que sea buena. Si no, no importa demasiado. Porque una foto de Diane Arbus, quien aseguraba que "no acomodo a mis modelos a fotografiar, me acomodo a mí para fotografiarlos", siempre dirá más que miles de fotogramas sobre su vida.
Una joven mesera en un campo nudista, 1963
El artículo completo en Página 12
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