Ir al contenido principal

El dream team en el Instituto Cervantes de Nueva York


El Instituto Cervantes de Nueva York ya ha armado encuentros de notables en otras oportunidades. El año pasado juntó a Auster y Vila-Matas y tuvo el buen gusto de dejar el video de toda la actividad en su sitio web. Hace un par de viernes reunió a un verdadero dream team de las letras: Rushdie, Eco y Vargas Llosa.
Así cubrió el evento El País:

"Indio-británico, peruano e italiano coincidieron en que el papel del escritor en Estados Unidos es más parecido al de un entertainer que al del intelectual con autoridad moral cuya opinión sobre los acontecimientos sociales pesa, como ocurre en Europa o América Latina. "Será porque aquí ese papel lo asumen las estrellas de cine", subrayó Rushdie, quien va camino de convertirse en una de ellas tras dos cameos y un vídeo con Scarlett Johansson. Para Vargas Llosa, el escritor brilla más como figura pública en las dictaduras porque la literatura se convierte en la manera de expresar críticas y protestas. "Por eso en los países no democráticos los escritores tienen un fuerte compromiso social".

Eco, con su inconfundible ironía italiana, se lamentó de haberse convertido en profeta tras ver cómo Berlusconi y los neofascistas ganaban las elecciones en Italia después de que él titulara su último libro en inglés Turning back the clock (Dando marcha atrás al reloj). "Lo peor es que esta vez no podemos ni esperar que los estadounidenses vengan a salvarnos porque Bush es íntimo de Berlusconi".

Fuente: Moleskine.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El Nuevo Coloso, de Benjamin Sachs

"Como todos los lectores saben, El nuevo coloso es una novela histórica, un libro meticulosamente documentado situado en América entre 1876 y 1890 y basado en hechos reales. La mayoría de los personajes son seres que vivieron realmente en esa época, e incluso cuando los personajes son imaginarios, no son tanto inventos como préstamos, figuras robadas de las páginas de otras novelas. Por lo demás, todos los hechos son verdaderos -verdaderos en el sentido de que siguen el hilo de la historia- y en aquellos lugares en los que eso no queda claro, no hay ninguna manipulación de las leyes de la probabilidad. Todo parece verosímil, real, incluso banal por lo preciso de su descripción, y sin embargo Sachs sorprende al lector continuamente, mezclando tantos géneros y estilos para contar su historia que el libro empieza a parecer una máquina de juego, un fabuloso artefacto con luces parpadeantes y noventa y ocho efectos sonoros diferentes. De capítulo en capítulo, va saltando de la narració

Tony Montana

  "¿Qué miran? Son todos unos imbéciles. ¿Saben por qué? No tienen los huevos para ser lo que quieren ser. Necesitan gente como yo. Necesitan gente como yo para poder señalarla con sus putos dedos y decir 'ese es el malo'. ¿Y eso qué los hace? ¿Buenos? Ustedes no son buenos. Sólo saben cómo esconderse, cómo mentir. Yo no tengo ese problema. Yo siempre digo la verdad... incluso cuando miento." Tony Montana,  Scarface  (1983)

Una oración muy muy larga o Aquí no hay punto aparte?

La columna es del NYT: "“No book worth its salt is meant to put you to sleep,” says the garrulous shoemaker who narrates the Czech novelist Bohumil Hrabal’s “Dancing Lessons for the Advanced in Age” (1964), “it’s meant to make you jump out of bed in your underwear and run and beat the author’s brains out.” Thirty-three pages into what appears to be an unbroken highway of text, the reader might well wonder if that’s a mission statement or an invitation. “Dancing Lessons” unfurls as a single, sometimes maddening sentence that ends after 117 pages without a period, giving the impression that the opinionated, randy old cobbler will go on jawing ad infinitum. But the gambit works. His exuberant ramblings gain a propulsion that would be lost if the comma splices were curbed, the phrases divided into sentences. And there’s something about that slab of wordage that carries the eye forward, promising an intensity simply unattainable by your regularly punctuated novel. Hrabal wasn’t th