Ir al contenido principal

La última e inconclusa novela de Nabokov será finalmente publicada


Laura, la última e inconclusa novela de Vladimir Nabokov (1899-1977), será publicada, según ha decidido su hijo y albacea literario Dmitri, informa este viernes el vespertino Le Monde.

Dmitri Nabokov no ha decidido aún a qué editorial entregará el libro, que en su versión impresa rebasará ligeramente las 100 páginas, ni la fecha de publicación, precisa.

Antes de morir, el famoso autor de Lolita había pedido a su esposa, Vera, que destruyera su último manuscrito, inacabado. Durante treinta años, su hijo afrontó el dilema hasta que finalmente ha decidido publicarlo.

Se lo pensó mucho y está convencido de que su padre no hubiera deseado que los fragmentos de Laura fueran quemados de haber tenido el tiempo de reflexionar serenamente.

De hecho, poco antes de su muerte, preguntó a Nabokov qué libros consideraba indispensables, y éste, por orden creciente, citó en último lugar a The original of Laura. "¿Habría podido realmente contemplar su destrucción?", pregunta retóricamente Dmitri, de 74 años.

Explica que la idea de que el manuscrito, guardado en una caja fuerte suiza, no viera nunca la luz le "incomodaba profundamente" y señala que "salvaguardar el manuscrito, cualesquiera que fueran las condiciones de seguridad, nunca garantizaría su inmunidad. Hay que publicarlo, entonces, ¿pero cómo?".

Laura es un vertiginoso rompecabezas literario para un editor. Cuenta con páginas acabadas y párrafos escritos a lápiz de forma improvisada, además de varios finales, señala el diario.

Un neurólogo gordo y feo

Desde su residencia secundaria en Florida, Dmitri sólo desvela que el protagonista, Philip Wild, es un brillante neurólogo, "cómicmente gordo" y "feo", atormentado por su matrimonio con una mujer mucho más joven y terriblemente infiel.

El neurólogo empieza a jugar con la idea de la autodestrucción, antes de decidir que no quiere pensar en un suicidio definitivo sino que desea un "suicidio reversible".

El hijo de Nabokov y el biógrafo de éste, Brian Boyd, se declaran seguros de que Laura contiene "algunas de las imágenes más impactantes, giros de frases más inauditos, que no se encuentran en ninguna otra parte de su obra".

Fuente: el pais.com

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El Nuevo Coloso, de Benjamin Sachs

"Como todos los lectores saben, El nuevo coloso es una novela histórica, un libro meticulosamente documentado situado en América entre 1876 y 1890 y basado en hechos reales. La mayoría de los personajes son seres que vivieron realmente en esa época, e incluso cuando los personajes son imaginarios, no son tanto inventos como préstamos, figuras robadas de las páginas de otras novelas. Por lo demás, todos los hechos son verdaderos -verdaderos en el sentido de que siguen el hilo de la historia- y en aquellos lugares en los que eso no queda claro, no hay ninguna manipulación de las leyes de la probabilidad. Todo parece verosímil, real, incluso banal por lo preciso de su descripción, y sin embargo Sachs sorprende al lector continuamente, mezclando tantos géneros y estilos para contar su historia que el libro empieza a parecer una máquina de juego, un fabuloso artefacto con luces parpadeantes y noventa y ocho efectos sonoros diferentes. De capítulo en capítulo, va saltando de la narració

Tony Montana

  "¿Qué miran? Son todos unos imbéciles. ¿Saben por qué? No tienen los huevos para ser lo que quieren ser. Necesitan gente como yo. Necesitan gente como yo para poder señalarla con sus putos dedos y decir 'ese es el malo'. ¿Y eso qué los hace? ¿Buenos? Ustedes no son buenos. Sólo saben cómo esconderse, cómo mentir. Yo no tengo ese problema. Yo siempre digo la verdad... incluso cuando miento." Tony Montana,  Scarface  (1983)

Una oración muy muy larga o Aquí no hay punto aparte?

La columna es del NYT: "“No book worth its salt is meant to put you to sleep,” says the garrulous shoemaker who narrates the Czech novelist Bohumil Hrabal’s “Dancing Lessons for the Advanced in Age” (1964), “it’s meant to make you jump out of bed in your underwear and run and beat the author’s brains out.” Thirty-three pages into what appears to be an unbroken highway of text, the reader might well wonder if that’s a mission statement or an invitation. “Dancing Lessons” unfurls as a single, sometimes maddening sentence that ends after 117 pages without a period, giving the impression that the opinionated, randy old cobbler will go on jawing ad infinitum. But the gambit works. His exuberant ramblings gain a propulsion that would be lost if the comma splices were curbed, the phrases divided into sentences. And there’s something about that slab of wordage that carries the eye forward, promising an intensity simply unattainable by your regularly punctuated novel. Hrabal wasn’t th