Con una Misa, este sábado 20 de agosto, a las 19.30 horas, en el templo de San Francisco, la Iglesia de Santiago recordará al Hermano Roger Schütz, monje protestante de nacionalidad suiza, fundador de la comunidad ecuménica de Taizé.
El Hermano Roger, 90 años, de nacionalidad suiza, fue una figura religiosa relevante del siglo XX. El martes pasado (16 de agosto), mientras presidía una ceremonia religiosa fue atacado con un cuchillo por una mujer de nacionalidad rumana de 36 años, hiriéndolo de muerte. La muerte de Roger Schütz despertó gran conmoción entre católicos y protestantes de todo el mundo.
El hermano Roger fundó una comunidad monástica a los 25 años, en 1940, luego de comprar una pequeña propiedad en la región francesa de Taizé, donde acogió a refugiados de la II Guerra Mundial. La comunidad actualmente cuenta con más de 100 hermanos, católicos y protestantes, con la intención de promover la reconciliación y la unidad entre los cristianos. En ese lugar se juntan miles de jóvenes a orar, cantar y conversar. Es un suerte de fiesta espiritual permanente a la que solía acudír la Madre Teresa y tantos otros.
La relación del Hermano Roger con la Iglesia chilena es muy antigua, recordó el Vicario de la Zona Sur. "Monseñor Manuel Larraín fue un gran amigo de él, desde la época del Concilio Vaticano II, a donde el monje suizo asistió como invitado especial. En gratitud a una donación de Nuevos Testamentos hechos por la comunidad de Taizé a la diócesis de Talca, don Manuel le regaló al Hno. Roger su anillo episcopal", contó el P. Precht. Con los jóvenes chilenos el Hermano Roger Schutz estuvo en Chile en los años 1975 y 1979. En este último año, vivió durante un mes en Temuco conociendo la realidad del pueblo mapuche. El 24 de noviembre de ese año, sostuvo un encuentro de oración y canto con más de dos mil quinientos jóvenes en la Catedral Metropolitana. "¡Qué hermoso es esto! Creo que el Señor está en medio de nosotros porque cuando hay hombres, aunque sean de distintas creencias, que se reúnen en nombre de Dios y de los hombres, ahí está el Señor", señalaba en esa ocasión el Cardenal Raúl Silva Henríquez, en su saludo al Hermano Roger, según consigna la revista Solidaridad en su número 81 (noviembre de 1979). "Buscar la unidad es una obligación de todos los cristianos. Pero una unidad que no se imponga por la fuerza, por el poder. Es una unidad que se obtiene en el amor de Jesucristo, en el amor de la verdad, en el amor a los hombres", agregaba el Cardenal Silva, al recordar que Taizé es una comunidad ecuménica, donde participan jóvenes de distintas Iglesias cristianas.En su mensaje a los jóvenes de Santiago, el Hermano Roger destacó el inmenso valor que tiene para el mundo de hoy, la oración. "Solos, no podemos hacer mucho. Debemos rezar en común, junto a todo un pueblo", manifestó.
"El amor se demuestra en una manifiesta y ardiente voluntad de liberar a los oprimidos, de compartir con los hombres, sus sufrimientos y esperanzas". (...) Iremos a Temuco a compartir con los más pobres, para seguir a Cristo, para ser fermento en la masa y porque hemos aceptado el desafío que nos pide el Evangelio, amar y compartir la vida con los más pobres".También recordó en aquella ocasión su amistad con Monseñor Manuel Larraín. "Mi estima por monseñor Larraín" -indicó- nació por su sencillez, por su vida simple y altiva, por su entrega y compromiso con los pobres. El me contagió de América Latina. A través de su vida, yo me pude dar cuenta del valor que la oración tiene para comprender los problemas del mundo y concretar, cada vez más, una comunión entre los hombres".
Con el Hermano Roger muere un cristianismo que se expresó con libertad en Vaticano II. El sueño del Hermano Roger era el mismo de varios cristianos: una iglesia pobre, orante y fraterna. Muy lejos de la devoción por los dogmas y la pureza doctrinaria que marcan el papado actual. Buen viaje hermano roger.
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Marlo, Curicó
salu2