Ir al contenido principal

"hermanos artistas, hermanos literatos..."

no creo que rojo vip sea espantoso. sí me resulta curioso que estén florcita, buddy richard y luis dimas con otros respetables señores y señoras que -con cariño y sin mala onda- no están al mismo nivel que ellos.recordé una noche hace 27 años, en la plaza de cabrero, con marcelo toro, cantando "hermanos artistas, hermanos literatos, las canciones del te odio y del te quiero, ya están hechas ..." y toda la tropa cantando juntos, se imaginan a 30 pelaos de 13 y 14 años cantando en mitad de la noche, en mitad de nada, cantando. qué notable!! grande flor. fue lindo escuchar a horacio salinas en alguna radio sorprenderse porque un maestro como luis dimas tuviera que rendir prueba ante alguien.
es cierto. algunos de ellos, los 3 que nombré, por cierto, nos han regalado muchos momentos de belleza en nuestras vidas.
igual está bien que otros con menos suerte, talento o lo que sea, tengan una segunda oportunidad, pero flor, buddy y luis dimas son grandes más allá, o más acá, de lo que diga cualquier comentarista de espectaculos(nunca mejor palabra)
florcita fue durante mucho tiempo un signo de distinción, de elegir al raro, al que tus padres y profesores no entendían (no entienden). no era canto nuevo (lo políticamente correcto para algunos) y salía en "sábados gigantes" (recién ayer lo entendí: con eso de que él había sido parte de la primera banda musical del programa), no era rock pero lo era y sus letras pare' que criticaban peor no lo decían directamente ... al final, resultó que no era sólo contra pinocho que cantaba sino contra un modelo que empobrecía la vida, y eso mantiene vigencia. además sigue teniendo razón: las canciones del odio y del te quiero siguen hechas.


Comentarios

Cienfuegos, te acordai cuando fuimos a ver a Flor en Bellavista? Eramos cinco gatos para un recital de la puta madre. Gran Momento! Nos belmont!
cienfuegos dijo…
normandie 8:30? monsieur porno viene?

deberíamos haber grabado ese recital, fue en un local que ya no existe y minutos antes de que flor volviera a la fama con la familia fanky

Entradas más populares de este blog

El Nuevo Coloso, de Benjamin Sachs

"Como todos los lectores saben, El nuevo coloso es una novela histórica, un libro meticulosamente documentado situado en América entre 1876 y 1890 y basado en hechos reales. La mayoría de los personajes son seres que vivieron realmente en esa época, e incluso cuando los personajes son imaginarios, no son tanto inventos como préstamos, figuras robadas de las páginas de otras novelas. Por lo demás, todos los hechos son verdaderos -verdaderos en el sentido de que siguen el hilo de la historia- y en aquellos lugares en los que eso no queda claro, no hay ninguna manipulación de las leyes de la probabilidad. Todo parece verosímil, real, incluso banal por lo preciso de su descripción, y sin embargo Sachs sorprende al lector continuamente, mezclando tantos géneros y estilos para contar su historia que el libro empieza a parecer una máquina de juego, un fabuloso artefacto con luces parpadeantes y noventa y ocho efectos sonoros diferentes. De capítulo en capítulo, va saltando de la narració

Tony Montana

  "¿Qué miran? Son todos unos imbéciles. ¿Saben por qué? No tienen los huevos para ser lo que quieren ser. Necesitan gente como yo. Necesitan gente como yo para poder señalarla con sus putos dedos y decir 'ese es el malo'. ¿Y eso qué los hace? ¿Buenos? Ustedes no son buenos. Sólo saben cómo esconderse, cómo mentir. Yo no tengo ese problema. Yo siempre digo la verdad... incluso cuando miento." Tony Montana,  Scarface  (1983)

Una oración muy muy larga o Aquí no hay punto aparte?

La columna es del NYT: "“No book worth its salt is meant to put you to sleep,” says the garrulous shoemaker who narrates the Czech novelist Bohumil Hrabal’s “Dancing Lessons for the Advanced in Age” (1964), “it’s meant to make you jump out of bed in your underwear and run and beat the author’s brains out.” Thirty-three pages into what appears to be an unbroken highway of text, the reader might well wonder if that’s a mission statement or an invitation. “Dancing Lessons” unfurls as a single, sometimes maddening sentence that ends after 117 pages without a period, giving the impression that the opinionated, randy old cobbler will go on jawing ad infinitum. But the gambit works. His exuberant ramblings gain a propulsion that would be lost if the comma splices were curbed, the phrases divided into sentences. And there’s something about that slab of wordage that carries the eye forward, promising an intensity simply unattainable by your regularly punctuated novel. Hrabal wasn’t th